miércoles, 21 de septiembre de 2011

No quiero olvidar mi nombre...


A lo largo de mi vida han existido palabras que simplemente con pensar en ellas me han provocado un miedo irracional por lo que significan. Miedos que he ido superando poco a poco, con tesón, valentía y muchas ganas de que no coartaran mi propia existencia. 
A estas alturas, siguen habiendo palabras a las que tengo miedo. Miedo porque lo que representan, no tiene solución. Miedo porque el ser humano no debería ni siquiera conocerlas. Miedo, porque sé que puede tocarme a mí la próxima vez.

Hoy es el día mundial del Alzheimer. Esa es una de las palabras que me aterran.

¿Y si después de tantos años buscando quien soy, llega un momento en que olvido incluso mi nombre?

Vivo el Alzheimer de cerca. No en su grado más agudo, pero sí que sé lo que es, el que una persona amada, no te reconozca, o ni siquiera sepa quiénes son las personas que le enseñas en las fotos. Sé lo que es, que esa persona me diga que hijo tan guapo tengo, cuando jamás he querido tenerlos, y además sé que si horrible es ver enfermar a un familiar, más lo es, cuando esa persona había sido un gran hombre. Un caballero de los que ya no quedan. Un señor. Un gran señor que me enseñó el respeto a los demás y el respeto por uno mismo. Que me mostró que el ser humano no debe ser mediocre y que siempre, se ha de luchar por lo que uno quiere.

Se habla mucho hoy sobre el Alzheimer. Supongo que porque es su día. Aunque pienso, y parece ser, que las cosas que no tienen día propio, no importan.

No recuerdo dónde vi las palabras que voy a deciros. Si sé que las decían los hijos de alguien famoso que tenía Alzheimer, aunque, de veras que por mucho que me esfuerzo, no recuerdo de quien se trataba. Pero me sorprendió la alegría de esa familia y del propio enfermo cuando comentaban que su padre siempre que estaba lúcido decía:
- Lo bueno de tener Alzheimer es que puedes ver (aquí decía el título de una película, que era su favorita) y disfrutar siempre como si fuera la primera vez que la ves.

Increíble. 

Supongo que sólo de esta forma ganaremos la batalla a una enfermedad tan cruel que borra tus recuerdos y que hace que olvides quien eras y quien eres.

Sé que el cerebro humano es una máquina muy complicada. Pero quiero creer que algún día, esos magníficos científicos que existen en la tierra, encuentren una cura o al menos una forma de paliar los efectos de esta terrible enfermedad.

Desde aquí, mis pobres palabras de ánimo a todos los familiares de enfermos de Alzheimer, que luchan cada día para que no se olviden de respirar.

Slow Life.

P.D: En esta nueva etapa de Odisea, vais a comprobar que las entradas a veces serán diarias y otras veces no. Si quiero ser escritora, (y juro que lo quiero ser), he de empezar a picar a otras puertas que espero me mantengan algo más ocupada. Por ello y aunque prometo no dejar este blog, al menos hasta que publique mi novela, no os enfadéis si alguna vez entráis y lo veis un pelín desactualizado. Muchos besos.

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