Tal
como digo en mi página de Facebook, sé que esto no ha hecho nada más que
comenzar, pero, en estos tiempos que corren hoy en día, en los cuales la
mayoría de las personas solo saben mirarse el ombligo, es curioso como la vida
me sigue dando lecciones.
Desde
que puedo dedicarme a mi gran pasión que es la escritura, sé que soy una gran
privilegiada al poder trabajar en lo que me gusta. Algunos sé qué dirán que ya
soy una privilegiada solamente por poder trabajar, y la verdad es que tienen
razón, pero a pesar que sabéis, (los que siguen el blog), que soy bastante crítica con todo lo referente a la política,
hoy no voy a empañar mis palabras con esa gente que no se lo merece, sino que
quiero hablaros de la gente que verdaderamente importa.
Desde
bien pequeña he sido una muchacha algo tímida, aunque la edad me ha enseñado a
dejar de serlo, por suerte. Si una cosa me quedó clara durante mi adolescencia,
es que, parece ser, que el ser humano se fija más en lo malo que en lo bueno e
incluso tendemos a creer antes las maldades que comete la gente, que no en su
inocencia. Es curioso como este pensamiento me lleva a una frase que me dijo
una vez una de mis profesoras:
- Srta. Codina si no dice lo que piensa, nadie
puede saberlo, pues ninguno de nosotros tiene el don de la adivinación.
En
aquel momento, la verdad es que ni siquiera pensé en sus palabras, más
preocupada porque mi profesora favorita, (la de historia del arte), me dedicara
toda su atención, (recordad que era muy vergonzosa), que realmente por lo que
me decía.
Pero,
al pasar el tiempo comprendí cuanta verdad había en aquella frase. Tendemos a
no decir lo que pensamos por temor a ofender o a lastimar a los demás, o
incluso porque pensamos que a nadie le importa lo que pasa por nuestra cabeza,
o porque simplemente nos da pereza comunicar nuestros pensamientos, ya que a
veces la persona a la que van dirigidos, entra en una dialéctica en la que te
ves obligado a defender tu posición.
Gracias
a esta blog, que como sabéis comencé justo cuando comenzó mi Odisea para
publicar mi primer libro, he aprendido que hay gente maravillosa que no le
importa compartir sus pensamientos, he aprendido que no puedo gustar a todo el
mundo, (tampoco lo pretendo), he aprendido que hay almas maravillosas que me
demuestran que la humanidad no está perdida, y he aprendido a creer de nuevo en
el ser humano, en aquellas personas que son capaces de dedicar su tiempo, (algo
demasiado valorado en estos días), para dedicarte sus tiernas, emocionantes, sugerentes
y maravillosas palabras, solo para decirte lo mucho que han disfrutado con tu
novela, o con alguna entrada de tu blog.
Mi
madre me enseñó a ser agradecida, y en el día de hoy, quiero serlo con todas
aquellas personas que dedican una mínima parte de su tiempo a comentar en mi
muro de Facebook, a enviarme un mail, a compartir conmigo sus pensamientos, y
sobre todo a formar, de alguna manera, parte de mi vida y de mi carrera
profesional. A todos ellos y ellas, solo deciros que espero que la vida me
lleve algún día cerca de vosotros para daros un gran abrazo.
Pensé
en poner sus nombres, pero seguro que me olvidaría de alguno, así que haciendo
extensivo mi agradecimiento a todos y a todas, os deseo lo mejor en vuestra
vida y... ¿por qué no? Os planto un gran beso, que los besos siempre son buenos,
y por supuesto, Slow Life!!