Creí
no poder escribir la entrada de este blog, pero sabía que debía hacerlo, porque
de alguna forma te lo debía. Hace
unos días tus ojitos se apagaron para siempre. Fue algo tan rápido que casi ni
nos dimos cuenta. Nos has dejado verdaderamente solos, Estel, aunque sé que ha
sido un final que nadie quería ver, pero que estaba acechándote desde hacía
tiempo, hasta que tu pequeño cuerpecito dijo basta.
Sé
que muchos no pueden comprender el profundo amor que puede llegar a tener un
ser humano por un perro. Los que lo saben, saben también que se les ama
incondicionalmente, tal como ellos lo hacen, y saben que el amor se convierte
en dolor cuando un día, inevitablemente, debes decirle adiós.
La
pequeña Estel, bautizada por mi padre con este nombre, llevaba 16 años entre
nosotros, y aunque en un principio comenzó siendo una pequeña cazadora de
ratitas de campo en casa de mis padres, en cuanto llegó Sharky a nuestras
vidas, ella se quedó tan prendada de él, que al llevárnosla a Barcelona, se
convirtieron en inseparables, llegando a ser, lo que quiero imaginar como una
especie de pareja de hecho.
Durante
tu vida con nosotros, nos has dado momentos de risas, como cuando te sentabas
sin ningún miramiento sobre Sharky, reclamando un lugar que habías decidido que
era tuyo. Momentos de orgullo, como cuando aguantabas estoica y sin quejarte
las curas, después de la operación en la que te tuvieron que abrir y coser
posteriormente todo tu tórax. Momentos de inmensa alegría, como cuando
demostraste tu valentía al jugar con las olas del mar, sin miedo a ser
engullida, mientras Sharky te miraba miedoso desde la orilla, pensando que te habías
vuelto completamente loca. O incluso momentos de absoluta incredulidad por
nuestra parte, como aquel día que al ir a buscar gamusinos, te comiste tu solista
todo un salmón entero con espinas y todo, hecho por el cual nos enfadamos
mucho, pero que ahora al recordarlo, siempre nos arranca una sonrisa.
Hemos
pasado mucho juntas y sigo pensando que a pesar de tu tamaño reducido fuiste la
perra más valiente que jamás he tenido conmigo. Yo sigo añorándote cada mañana
cuando sé que ya no volverás a seguirme hasta la cocina para reclamar tu tacita
de leche caliente. Añoro tu compañía y el desayunar junto a ti.
Sé
que ahora, a pesar de que algunos piensan de que no tienes alma, estarás en un
lugar hermoso al que te habrá ido a buscar tu hermano Bobby, tus primos, Skar,
Durc y Drac, así como también Tom. Estoy completamente convencida de que esta
vida es solo un anteproyecto de lo que nos espera más allá, y sé que tú estás
en ese precioso lugar, aunque haya gente que piense que los animales no
tienen cabida en ese cielo.
Sharky te echa de menos, pues aún sigue buscándote por todas las
habitaciones, extrañado de que no le estés dando la lata. Sé que te añora, pues
cuando papá y yo volvemos juntos a casa, comienza a oler nuestras manos, para
ver si has vuelto a casa con nosotros, mientras lloriquea al ver que esta vez,
tampoco has vuelto.
Querida,
queridísima Estel. Siempre estarás en nuestros corazones y en nuestros
recuerdos.
Recibe
un fuerte beso de tus papás. Porque de algún modo nos convertimos en ellos
cuando llegaste a nosotros.