miércoles, 18 de diciembre de 2013

A mi querida Estel 1997-2013


Creí no poder escribir la entrada de este blog, pero sabía que debía hacerlo, porque de alguna forma te lo debía. Hace unos días tus ojitos se apagaron para siempre. Fue algo tan rápido que casi ni nos dimos cuenta. Nos has dejado verdaderamente solos, Estel, aunque sé que ha sido un final que nadie quería ver, pero que estaba acechándote desde hacía tiempo, hasta que tu pequeño cuerpecito dijo basta.


Sé que muchos no pueden comprender el profundo amor que puede llegar a tener un ser humano por un perro. Los que lo saben, saben también que se les ama incondicionalmente, tal como ellos lo hacen, y saben que el amor se convierte en dolor cuando un día, inevitablemente, debes decirle adiós.

La pequeña Estel, bautizada por mi padre con este nombre, llevaba 16 años entre nosotros, y aunque en un principio comenzó siendo una pequeña cazadora de ratitas de campo en casa de mis padres, en cuanto llegó Sharky a nuestras vidas, ella se quedó tan prendada de él, que al llevárnosla a Barcelona, se convirtieron en inseparables, llegando a ser, lo que quiero imaginar como una especie de pareja de hecho.

Durante tu vida con nosotros, nos has dado momentos de risas, como cuando te sentabas sin ningún miramiento sobre Sharky, reclamando un lugar que habías decidido que era tuyo. Momentos de orgullo, como cuando aguantabas estoica y sin quejarte las curas, después de la operación en la que te tuvieron que abrir y coser posteriormente todo tu tórax. Momentos de inmensa alegría, como cuando demostraste tu valentía al jugar con las olas del mar, sin miedo a ser engullida, mientras Sharky te miraba miedoso desde la orilla, pensando que te habías vuelto completamente loca. O incluso momentos de absoluta incredulidad por nuestra parte, como aquel día que al ir a buscar gamusinos, te comiste tu solista todo un salmón entero con espinas y todo, hecho por el cual nos enfadamos mucho, pero que ahora al recordarlo, siempre nos arranca una sonrisa.



Hemos pasado mucho juntas y sigo pensando que a pesar de tu tamaño reducido fuiste la perra más valiente que jamás he tenido conmigo. Yo sigo añorándote cada mañana cuando sé que ya no volverás a seguirme hasta la cocina para reclamar tu tacita de leche caliente. Añoro tu compañía y el desayunar junto a ti.

Sé que ahora, a pesar de que algunos piensan de que no tienes alma, estarás en un lugar hermoso al que te habrá ido a buscar tu hermano Bobby, tus primos, Skar, Durc y Drac, así como también Tom. Estoy completamente convencida de que esta vida es solo un anteproyecto de lo que nos espera más allá, y sé que tú estás en ese precioso lugar, aunque haya gente que piense que los animales no tienen cabida en ese cielo.

Sharky te echa de menos, pues aún sigue buscándote por todas las habitaciones, extrañado de que no le estés dando la lata. Sé que te añora, pues cuando papá y yo volvemos juntos a casa, comienza a oler nuestras manos, para ver si has vuelto a casa con nosotros, mientras lloriquea al ver que esta vez, tampoco has vuelto.

Querida, queridísima Estel. Siempre estarás en nuestros corazones y en nuestros recuerdos.
Recibe un fuerte beso de tus papás. Porque de algún modo nos convertimos en ellos cuando llegaste a nosotros.