Sí,
sé que estamos ya a día 18 de Enero, pero ya sabéis que normalmente no hago las
cosas cuando se deben hacer, así que aunque tarde, os deseo un muy feliz año
nuevo 2013.
¡Y a
mí que me gusta este año! Será porque al fin veo que mi sueño de llegar a
vosotros se está cumpliendo, será que ahora sí soy feliz al poder dedicar mi
tiempo a lo que me apasiona, que no es otra cosa que escribir, pero me gusta y
mucho.
A
veces me pregunto qué hubiera ocurrido de haber comenzado antes a convertir mi
pasión en una profesión, y por mucho que lo hago, las musas, llamarlas
conciencia, llamarlas pensamiento o imaginación, me contestan lo mismo:
No
era tu momento
Y
puede que esta simple frase sea el quid de la cuestión. ¿Todos tenemos nuestro
momento?
Cómo
sabéis que no he estudiado filosofía, aunque es una arte que me apasiona esto
de pensar, voy a dejar la respuesta a esa pregunta en el aire.
Además
de felicitaros el año y como escritora novel que soy. ¡Ayyysss! No me digáis
que no queda bien eso de “escritora”.
¿A
qué te dedicas? Yo, yo soy escritora. ¡Qué bonito!
Bien,
ahora que ya me he ido un poco por las ramas, vuelvo a encauzar mis palabras a
lo que verdaderamente os quería decir. En una de mis entradas pasadas, os
explicaba el caso de una conocida que adoraba a los perros y que comenzó a
odiarlos un poco cuando comenzó a trabajar con ellos. Pensé tontamente que esto
podría ocurrirme a mí con el arte de escribir, y cuando supe que iban a
publicar mi libro, los miedos comenzaron a sobrevolar mi mente pensando que
ahora venía la parte mala, la parte de convertir una pasión en un trabajo.
¡Qué
cosas tiene la mente que siempre se pone en lo peor cuando desconocemos la
realidad de cualquier asunto!
A
día 18 de Enero, he tenido ya varias reuniones con mis editores, (lo siento tengo
que decirlo... ¡Ayyysss qué bonito esto de poder decir que tengo editores!),
vale, ya vuelvo al redil. Pues eso, que tras varias reuniones con ellas/ellos
pensando que sería entonces cuando el lobo asomaría sus orejas, he visto que no
es tan fiero el león como lo pintan, siempre y cuando tengas voluntad de
aprender, y ahora comprendo mucho mejor porque todo escritor necesita poner en
su vida a un editor.
Y como
yo, si de algo tengo ganas, es de aprender, porque como decía mi abuela, jamás
dejas de aprender hasta que te mueres, estoy aprendiendo a pasos agigantados
todo lo que puedo en esta nueva andadura.
Bien,
os explicaré que ahora mismo, mi novela está en proceso de transformación. No
es que esté cambiando, sino que gracia tendría publicar algo distinto a lo que
la mayoría de un jurado popular ha votado como ganadora, pero si estamos puliendo
aspectos para dejarla bonita y que pueda presentarse a un mundo durísimo donde
tendrá que competir con cientos de libros, de aquí y de allá, que estarán junto
a ella en las librerías y en el catálogo de Círculo de lectores.
¡Y
está quedando preciosa! Y por eso, y vuelvo a repetirlo, ahora comprendo el
porqué de la existencia de los editores.
No
sé si entre los lectores del blog se encontrará alguno de los jurados del
premio, pero si es así, me gustaría muchísimo que en cuanto la novela salga a
la luz, os animarais a dejar vuestros comentarios sobre los cambios que ha
sufrido, seguro que a mejor.
Uno
de estos cambios, el más grande que va a haber, va a ser que vamos a cambiar su
título. De verdad, no sabéis lo difícil que es eso y la de gente que está
trabajando en ello, incluida yo misma. Cuando pueda anunciarlo, ya os lo diré.
Bien,
quería que mis entradas fueran más cortas para que fueran más amenas de leer,
pero chic@s, me es imposible del todo. Es que es ver una hoja en blanco y
comienzo a bla,bla,bla, y más bla, bla ,bla y... ¡Oye! ¡Qué me tengo que
obligar a parar!
Así
que como ya os he informado de algunas cosillas sobre la novela, me despido
hasta la próxima entrada que os prometo, (y normalmente cumplo lo que prometo),
que escribiré más a menudo para iros contando el final de esta Odisea, aunque
espero que nunca termine.
Y ya
sabéis, Slow life y muchos besos.