Escuché una vez que el sonido del viento es la historia que
se reúne con la humanidad.
No recuerdo dónde lo oí, pero sé que se refería al
viento que rodea a los monumentos y a los lugares que como turistas visitamos.
Siempre he tenido
alma viajera, a pesar de que últimamente
tan solo puedo hacerlo con mi imaginación, pues mi campo está en barbecho, recuperándose
y a la espera de nuevos brotes verdes, que nada tienen que ver con los que
algunos usan en su propio beneficio.
Viajar con la
mente me transporta a mi infancia. Cuando sentada en la sala de lectura junto a
mi madre, leía, miraba y remiraba los libros de “Las maravillas del mundo” o “El
mundo en color”. No solo me apasionaba ver aquellos lugares que pensé que algún
día visitaría, sino que escribía historias que guardaba en un cajón. Historias
que fueron creciendo y creciendo, hasta que la vida mundana las solapó bajo las
obligaciones que conlleva madurar y hacerse mayor.
La vida me ha
dado el privilegio de poder compartir esas historias con la gente, al menos una
de ellas, la primera, pero he de reconocer que pequé de incauta, y pensé que
todo sería mucho más fácil después de publicar la primera novela, cosa que no
ha sido así, porque de otra manera, ya habríais podido leer el desenlace de la
vida de Costanza.
En un mensaje de Facebook os decía que algún día os explicaría el porqué de tanto
silencio durante el 2015. Bien, no soy yo de compartir mi vida personal, por
eso solo os diré que no ha sido un buen año, siendo lo peor la pérdida de mi
mejor amigo. Uno de cuatro patas que sigo añorando con cada nueva mañana, hasta
el punto que en alguna ocasión me falta el aliento y me duele el corazón,
cuando sé que nunca más volverá a despertarme. Sé que parece algo enfermizo,
pero así me siento.
Por otro lado la
segunda parte de Costanza no tuvo un buen aterrizaje, debido al peso de sus más
de 1.000 páginas, que me obligó a tener que recortarla, cosa que no fue fácil,
porque no se puede quitar de aquí y de allá, y que terminó teniendo que
reescribirla desde un principio, tarea que me ha mantenido ocupada este año, alejándome de las redes sociales más de lo que hubiera querido. La buena noticia
es, que de nuevo terminada, comenzará su aventura por las editoriales, supongo
ya el próximo año, así que espero que aquellos que ansían su aparición en
librerías, vean cumplido su deseo que también es el mío.
En tanto la
novela comienza su propia Odisea, que esperemos llegue a buen fin, espero que el
2016 sea mucho mejor que este, laboral y personalmente hablando, aunque dicen
que los mejores artistas son aquellos que viven atormentados. ¡Va a ser que
nunca me ha gustado esa frase! Expectante... puede. Ansiosa... de bien seguro. Pero...
¿Atormentada? ¡Rotundamente NO!
No estoy dispuesta a perderme ni un solo sonido
de ese viento que me espera aunque sea al girar la esquina.
Sé que algún día lo escucharé, lleno de la retórica de
Aspasia de Mileto, quien de bien seguro dejó que sus palabras se entrelazaran
entre las columnas del Partenón. Sé que me embriagarán los susurros que inspiraron
a Safo de Lesbos los poemas escritos por un alma rota, debido a un amor no
correspondido. Sé que algún día disfrutaré del sonido parisino que llenó los
días revolucionarios de Simone de Beauvoir, acompañada de la luz que Berthe
Morisot plasmó en sus obras.
Y sé, por
supuesto lo sé, que algún día me extasiaré con el olor de la tierra veneciana.
El aroma que forma parte de Costanza. De mi Costanza, y de ahora ya, vuestra
Costanza.
Mientras, seguiré
nadando contra la corriente, pues jamás fui yo de dejarse llevar por caminos
creados por otros. Seguro que sería más fácil, pero creo que la vida no debe
ser fácil, debe valer la pena, para que cuando alguien te pregunte si así fue,
puedas contestarle con una sonrisa de oreja a oreja, porque sabes que la tienes
bien merecida.
A todos los que seguís aquí. En el Blog, en Facebook, y en
el dichoso Twitter, al que no acabo de cogerle el puntito, gracias. Mil gracias
por seguir nadando conmigo.
Os deseo unas
felices fiestas. Una navidad entrañable. Un tiempo de paz y armonía, que bien
necesario es con todo lo que está ocurriendo. Una increíble entrada de año, y
un 2016 lleno de buenos deseos.
Y por supuesto y
que nunca falte. Slow Life!!