Si bien siempre me he considerado algo revolucionaria y rebelde con la sociedad en la que vivimos, también he de decir que me gusta mucho escuchar a los demás, incluso cuando sus ideas van en contra de lo que pienso, siempre y cuando la conversación o el debate sea en un tono conciliador y sin malos rollos.
Es curioso como el otro día tuve que oír que esta rebeldía latente que tenemos hoy día los jóvenes, (sí, a pesar de pasar de los treinta, aún me considero joven), viene dada por la educación que recibimos de nuestros padres.
¡¡¡Ayyyy!!! ¡¡¡Pobres padres!!! ¡¡¡Ya les ha tocado recibir!!!
Si es que al final todo acaba siendo culpa de ellos, no sé porqué nos preocupamos, si siempre tendremos esa baza tan a mano para depurar responsabilidades.
Pues como os decía, el otro día escuché a uno de esos expertos, decir que la culpa de esta rebeldía, de este inconformismo y de este afán de revolución juvenil, es culpa de que nuestros padres no nos negaron nada durante nuestra infancia, que nos hemos acostumbrado a tenerlo todo, y cuando no lo conseguimos, tenemos lo que comúnmente se llama pataleta.
¡Anda! O sea, que todo lo que está ocurriendo... Manifestaciones, indignaciones...etc... etc... es sólo una pataleta juvenil. ¡¡Hombre!! ¡¡Haberlo dicho antes!! Si hubiéramos sabido que sólo era una pataleta, nos lo hubiéramos tomado de otra forma. Si hubiéramos sabido que los padres tienen la culpa, todo se hubiera aclarado desde el primer momento, y cuando los perros del gobierno atacaron a manifestantes pacíficos, todo se hubiera arreglado con decir:
- Eh... Señor agente, a mi no me pegue, que hago esto porque mis padres me educaron así
¡Ay señor! Con estos pseudo-expertos, que dicen estas lindezas por sus bocas sin pensar antes, no sé a dónde iremos a parar.
Bueno, señor experto. He de decirle una cosa. A mi se me han negado cosas. La verdad es que he de darle un poquito la razón, porque realmente no se me han negado muchas, pero si que he tenido decepciones, cuando por reyes pedía una preciosa Barbie y me traían una patizamba Darling, o cuando se me hacía escoger entre Coca cola o natillas, porque todo no podía tenerlo.
No puedo quejarme yo de la infancia que he tenido. Sería monstruoso por mi parte hacerlo, porque de alguna manera, salvo excepciones muy puntuales, he sido una niña mimada y consentida.
Pero sabe una cosa, señor experto. Esa niña ya hace años que se escondió en mi interior. No crea que se ha desvanecido, pues creo que ese es mi secreto de ser como soy, que de vez en cuando la dejo de nuevo suelta para descerebrarme un poco. Creo que sólo eso, me hace mantenerme cuerda.
Pero si algo me ha enseñado la vida es que no puedes hacer siempre lo que te da la gana. No puedes trabajar en lo que te gusta, tener la casa de tus sueños o vivir una vida de lujo, si antes no te lo curras, y aun así, no es del todo normal que al final consigas todo lo que quieres, pero, la vida te enseña a conformarte y de vez en cuando, a bajar expectativas.
Señor experto. Mi rebeldía es mía. Yo la he creado de mis propias vivencias, de mis pensamientos, de los imputs que mis películas favoritas me han transmitido, de libros que yo he leído, de pensamientos que yo he creado. No meta aquí a los padres, que bastante tienen ya.
Todos somos responsables de nuestros actos. Todos. Desde el más joven al más viejo, y no podemos estar echando la culpa a fuerzas misteriosas o a educaciones que no hemos pedido, para justificar nuestros actos o nuestras palabras.
Nadie me ha enseñado a ser rebelde. Si a caso la vida y el camino que yo he elegido vivir, porque le aseguro que si hubiera seguido el camino que mis padres habían elegido para mi, ahora tendría una vida muy diferente a la que tengo:
Seguramente estaría viviendo en Miami, con un súper rubiales con el que me querían casar, en una casita con la bandera americana en el jardín, rodeada de niños y haciendo barbacoas.... ¡¡Ayyyysssss!! ¡¡Dios!! ¡¡Vaya imagen me acaba de llegar!! ¡¡Corramos un tupido velo!!
Todos somos responsables de lo que obtenemos de la vida.
Tan culpable es el banquero que le dio una hipoteca al 110% a una persona que no podía pagarla, como esa persona al firmar esa hipoteca sin leer las cláusulas. Puede que el banquero tuviera algo más de culpabilidad, pues el sabía de que iba el negocio, y no hizo bien su trabajo, pero no podemos quitar de esa ecuación a la otra parte, porque también esa tiene su parte de responsabilidad.
Un buen consejo que me dieron mis padres, fue: "No firmes nada sin haberlo leído. Y si al final lo firmas, sé consecuente con tu decisión"
¿Quién es el responsable? ¿El que quiere tener el piso de sus sueños? ¿O el que juega con los sueños de la gente sabiendo que lo más seguro es que se vayan a estrellar?
Todos tenemos nuestra parte de responsabilidad, y por supuesto, nuestra parte de culpabilidad. Pero creo que ahora no es momento de depurar responsabilidades, si no de arreglar los desaguisados que nuestro afán de tener y su afán de ganar han provocado.
Si todos remamos en una misma dirección creo que no será difícil salir de este río bravo. Ya se sabe, después de los rápidos, siempre viene la calma.
Slow life!!
P.D: Quizás alguien se pregunte porqué una foto de James Dean en esta entrada. Quién así lo haga, es que no sabe qué es ser Rebelde.
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