¡¡Es curioso, lo rápido que pasan los días cuando estás de vacaciones!!
Y eso que no estamos hablando de las estivales, si no de cuatro días, (mal llamados de Semana Santa), que a cualquiera le hacen bien para olvidarse un poco de la rutina de la vida y así tener unos momentos de relax.
Dicen algunos psicólogos que es normal deprimirse tras unos días de asueto, e incluso he oído decir en algún que otro descerebrado que las vacaciones de los españoles no deberían ser tan largas pues el retorno al trabajo se hace mucho más duro y entre depresiones post-vacacionales, charlas rememorando todo aquello que no podemos hacer mientras trabajamos y mostrar las fotos de los lugares exóticos o no, en los que hemos estado, perdemos más tiempo del que trabajamos, al menos durante las primeras semanas.
Me da por pensar que a veces algunos trabajan demasiado, mientras la vida pasa por su lado, sin darse cuenta que esos días perdidos, jamás volverán para ser vividos.
Incluso he oído decir que hay gente tan enganchada al trabajo, que no puede dejar de trabajar ni siquiera durante sus periodos de descanso. Pienso en que vidas personales más vacías han de tener, que sólo se sienten valorados en un lugar donde les pagan, (a veces no muy bien), por hacer lo que les mandan, aunque alguno apele a la iniciativa propia.
Rememorando antiguas entradas, en alguna de ellas hablaba sobre la evolución humana y aunque sé que jamás he profundizado en las grandes civilizaciones, (cosa que tengo pendiente), he de decir que mucho no hemos evolucionado desde el tiempo de los faraones y las pirámides, pues si bien, ahora nos pagan por trabajar, en muchos casos, seguimos siendo esclavos de un trabajo que no queremos hacer, de unos horarios que podrían ser mejores, de los designios de personas que están por encima de nosotros por haber sido lo suficientemente complacientes con sus "dueños", (pero que indudablemente, el lugar que ocupan les queda grande), tan sólo para que a final de mes, recibas una asignación que podría llamarse "en la media nacional", para que tu gran amigo, el banco, se lleve algo más de la mitad, por un hogar, que apenas disfrutas los fines de semana.
¿No es incongruente este modo de vida? Trabajamos para tener dinero, tenemos dinero para disfrutar, pero la mayoría de veces, no podemos hacerlo, porque de tanto trabajar, se nos ha olvidado que para disfrutar necesitamos algo que no se puede comprar, el tiempo.
Siempre he pensado, que lo mejor de convertirte en millonario, no es poder comprarte cualquier capricho, (llámese casa, coche, barco, o avión), si no poder decidir, sin que nadie se meta en medio, que hacer con tu tiempo. Y si antes he dicho que este no se puede comprar, ahora me retracto, pues algunos si que lo pueden hacer.
Yo quiero comprar mi tiempo. ¿Es pedir mucho?
Leí una vez un libro, del que no recuerdo el nombre, que trataba sobre un triunfador, que decidía enfrascar el tiempo dentro de unos frascos de cristal, les ponía una etiqueta de "cinco minutos" y los ponía a la venta con todos los permisos legales. La gente compraba esos frascos de tiempo, por unos euros y podían disfrutar de ellos, en cualquier momento, ya fuera en la oficina, en casa, en el parque... Como todo era legal, la gente que abría esos "cinco minutos de tiempo", podía, mientras duraba esa pausa, hacer absolutamente, lo que quisiera y ni los jefes podían decirle nada.
Por supuesto, el triunfador se hizo millonario, pero la ambición le llevó a crear frascos con cada vez más minutos, horas, incluso días y semanas. Así si un trabajador abría un frasco de una semana, podía irse del trabajo, pues él había pagado por ese tiempo de descanso.
Como todas las historias que desean enseñarnos algo, este negocio, se le fue de las manos al inventor, pero no voy a decir como termina, pues eso es lo peor que puede hacer un escritor, desvelar los secretos de otros. Si algún día cae en vuestra manos, os aseguro que puede llegar a cambiar vuestra visión sobre el tiempo, el dinero y el trabajo, o al menos, sé que seguro os dará que pensar.
Sobre lo que hablaba al principio de la entrada, que los días de vacaciones pasen rápido no es malo, pues dicen que eso significa que te lo has pasado bien. Y respecto a las depresiones post-vacacionales, que alguien me diga si no es un buen motivo para deprimirte, tener que volver al trabajo después de una temporada de libertad, sin horarios, sin reuniones, sin normas y sin ordenes.
¡¡A cualquier en su sano juicio le ocurriría!!
¡No os deprimáis, no vale la pena!
Slow Life!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario