viernes, 29 de abril de 2011

Feliz día de la Madre


El próximo domingo es el Día de la Madre y no deja de sorprenderme que a pesar de haber sido instaurado como tal en mil ochocientos setenta por la poetisa americana, Julia Ward Howe, ya en la antigua Grecia, existiera este día donde se le rendían honores a la diosa Rea, madre de Zeus, Poseidón y Hares, los tres hijos que se repartieron el mundo de los humanos, (vamos, los primeros políticos). No quiero polemizar con este día, pero incluso ellos, los seres más poderosos del mundo según las leyendas griegas, tenían madre.
También es curioso, que a pesar de que cada país tiene diferente Día de la Madre, aquí en el nuestro y cuando el chaparrón de la crisis y del paro está en su máximo apogeo, coincida el Día del trabajador con el Día de la Madre. Parece incluso cómico.
Pero como he dicho, no quiero polemizar un día como ese, pues a pesar de que no me considero la mejor hija del mundo, yo también tengo una madre y para mi, es, ha sido y será un regalo del cielo que me ha convertido en lo que soy.

Siempre me he vanagloriado hasta la saciedad, e incluso diría yo, hasta el punto de ser algo repelente, por la madre que he tenido. Sé que como la mía no puede haber ninguna más y lo sé, porque de ser así, el mundo sería mucho mejor. No es mi intención herir los sentimientos de los millones de madres de todo el mundo, pero quienes conocen a la mía, lo entenderán. Tal como dice el poema de la foto adjunta, madre sólo hay una y para cada uno de nosotros, supongo que la nuestra es única.

Es curioso todos los recuerdos que pueden almacenarse en nuestra pequeña mente, y es singular que todos los que tengo junto a ella, me llenan de alegría, bondad, y entrañable cariño.
Podría contar muchos de ellos, pero sabiendo como es ella, sé que se pondría a pensar si lo que cuento, me perjudicó en algo, si con sus reacciones maternales cortó mis alas o si por querer estar conmigo, hizo que no pudiera dedicarme a lo que mis pensamientos infantiles deseaban.
Da igual que le repita mil veces que tuve una magnífica infancia, da lo mismo que siempre le diga que fue la mejor madre que pude tener, ella siempre se pregunta en que se equivocó, pues, (y supongo que esto es un sentimiento que todos los padres y madres tienen), sus hijos no salieron como ella quiso, y aunque ahora pudiera disfrutar de un merecido descanso como madre, pues todos hemos encontrado nuestro camino, (aunque algunos no lo sepan aún), ella sigue preocupándose por nosotros, sufriendo por lo que nos ocurre, esperando que algún día abracemos el camino que ella nos enseñó y rezando para que volvamos al buen camino.

No sé si lamento que últimamente me digan que me parezco en demasía a ella. Siendo la mejor madre del mundo, debería alegrarme, sabiendo que mis hijos, son y serán mis libros. Ella es perfeccionista, (como madre, no se perdona ni un sólo error), es meticulosa, cariñosa, buena y tenaz, (a veces demasiado, aunque empiezo a acostumbrarme). En definitiva, es magnífica y aunque los años hayan pasado, es la madre más bonita del mundo. 
Con todos esos atributos no me importa parecerme a ella, aún más, y repito lo que he dicho al principio: 
Si existiera en el mundo más gente como ella, el mundo sería mejor.

Creo yo, que para ser madre, has de tener vocación. No es un trabajo del que puedas huir si no te gusta, tienes la responsabilidad de educar a los adultos del mañana y tienes, (creo yo), la obligación de darle las herramientas para que puedan enfrentarse al mundo que les ha tocado vivir. Pero sobre todo, creo que ser madre no es parir y punto. Siempre eres madre y has de dar ejemplo a tu prole. Has de enseñar, guiar, educar, hacer crecer, hacer pensar, hacer que deseen, hacer que crean que pueden, pues la vida ya les mostrará su camino cuando sean adultos, pero en la infancia, en la adolescencia, has de mantener la cordura entre los sueños y el mundo real, para que así no le teman a la vida. Ser madre no es un trabajo en el que puedas tirar la toalla. Ser madre no es ser amiga, no es ser hermana, es ser madre y quien no entienda estas palabras, mejor que ni se lo plantee.

Algunos podrían pensar que no sé nada de ser madre. Tienen razón. No soy madre, sé que jamás lo seré, porque así lo he decidido, pero si sé lo que es serlo, pues tengo el mejor ejemplo de todos. 
Recuerdo que mi madre me decía que ya encontraría mi instinto maternal, (pues ya de bien pequeña, no quería ser mamá), ahora ya no lo busco, pues sé que jamás he tenido esa necesidad y tal como he dicho antes, la maternidad ha de ser vocacional, no una cosa que la sociedad imponga para tener la media de 1'2 hijos por pareja.

Para finalizar, quiero decirle una cosa más a mi madre:

  • Por todo aquello que jamás te he dicho, por todo aquello que jamás he hecho y por todo aquello que jamás te he dado, quisiera con estas simples palabras decirte que has sido, eres y serás la mejor madre que nadie pueda tener, y aunque nuestros caminos corran paralelos, sabes que indudablemente, llegará un punto donde estos se crucen para no separarse más.
Cuando nací, me escribiste una postal donde decías que Dios te había entregado su estrellita más preciada. 

Al crecer, me diste numerosos y buenos consejos, el mejor que me diste fue:
Llena tu vida de bonitos recuerdos, pues vivirás de ellos cuando seas mayor.
E incluso aún guardo tus numerosas cartas, notas y mensajes que encontraba en mi escritorio cuando algo te preocupaba. Recuerdo en especial una en que me decías:
Todo lo que hacemos en la vida va llenando nuestro espíritu y enriquece nuestros recuerdos, adquiriendo experiencia en nuestro caminar. Venimos al mundo con unos dones como la inteligencia, para llenarnos de cultura entre otras cosas y así poder discernir lo que nos conviene.

Supongo que ahora comprendéis un poquito más porqué si hubieran más como ella, el mundo sería mejor.

Sé que en toda la vida no podré alcanzar todos los besos que me diste. Te amo profundamente mamá.

Slow Life y un buen fin de semana.

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