Nunca pensé que te fuera a echar tanto de menos.
A veces incluso creo verte dormidito sobre el sofá de mi
despacho y aún salto de la silla cuando oigo algún sonido parecido al que
hacías cuando necesitabas que te levantara.
He luchado por ti durante diez meses. Sé que incluso por
encima de lo deseablemente necesario, porque no me importaba que te hubieras
quedado invalido, ni que te tuviera que dar de comer, ni que tuviera que
limpiar tus accidentes.
Capeé como pude las caras de circunstancia cuando decía que
no podía salir porque no podía dejarte solo, o porque el tratamiento que
recibías se llevaba todo el dinero que guardaba para celebraciones y/o regalos,
aunque he de decir que he de dar las gracias a los amigos que nos han
comprendido en esos momentos.
Puede que ahora me dé cuenta de que te he amado por encima
de mis posibilidades, porque ahora que no estás, te echo tanto de menos que,
aunque sé que todo pasará, temo el momento de llegar a casa y no verte en
brazos del que, aunque otros se rían, siempre será el teu papa, como yo siempre seré la teva mama.
Te fuiste después de dieciséis años con nosotros. Toda una
vida compartida con un ser que siempre creí que era un ángel de cuatro patas.
Cuánto nos reímos cuando te enfrentaste a tu primera vez en
el mar. Cuando conociste a la que fue tu pareja hasta hace dos años, l’Estel. Cuando perdiste el miedo a los
coches a la hora de pasear. Y cuánto sufrimos por tus continuas escapadas para
ver mundo. Cuando el papa te tenía
que ir a buscar, aunque siempre te encontraba a medio camino de vuelta, porque por
suerte siempre te acordabas de volver a casa.
Fuiste de alguna manera mi ángel guardián, porque jamás
dejaste que llorara en los malos momentos de la vida. Cuando lo hacía, tú
estabas allí para sofocar mi llanto, dándome lametazos que a mí me parecían los
besos más dulces del mundo, y uno de los pocos que me arrancaban una sonrisa,
en tanto la pena desaparecía para siempre.
La verdad es que nunca creí poder amar tanto a alguien que
no fuera humano.
Sharky, te llamamos, porque lo mordías todo y Shark nos
pareció un nombre demasiado grandilocuente para un bichejo que no pesaba ni un
kilo cuando te trajimos a casa.
Cuando te dormimos este domingo, recuerdo que dije que si aquellos
que desean un perro, supieran lo duro que es el momento de la despedida, se lo
pensarían dos veces antes de tenerlo. Ahora, cuando el tiempo ha pasado y casi
no recuerdo ese momento, sino que a mi mente vienen los preciosos instantes que
he vivido contigo, mi respuesta es bien diferente. Volvería a encontrarte.
Volvería a elegirte y volvería a traerte a casa sin pensarlo.
Mi pequeño Houdini. Algunos incultos dicen que careces de alma,
porque no eres humano. Si Dios es el Dios que creo, te aseguro que te dotó de
ella, pues nadie que carezca de esta, puede transmitir tanto amor como el que
tú nos has dado.
Gracias por compartir tu vida con nosotros. Espero verte al
otro lado dentro de muchos años.
Ahora... ¡Corre como lo hacías antes, mi vida!
Te quiero cielito mío.
Lo siento mucho, Gloria. Mi perrita murió hace un año y poco y la sigo extrañando. Era mi luz, mi amor canino. La lloraré siempre, pero como bien dices (y en contra de lo que opinan la mayoría) los volveremos a ver. Un abrazo
ResponderEliminarGracias por tus palabras.
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