Hoy me he
levantado demasiado pronto a causa de un sueño raro. A veces esos sueños me
inspiran frases que después salen en mis libros, pero esta vez y aunque la
historia era muy interesante, me ha hecho pensar en el poder que tenemos los
que escribimos, pintamos, filmamos o hablamos en público en nuestras manos y voces,
ya que este ha sido muy desagradable, aunque fuente de inspiración para
escribir este blog.
Como
siempre que sueño cosas extrañas lo he escrito en la libreta que guardo en la
mesita de noche, por si más adelante me animaba a incluirlo en una próxima
novela, pero tras leerlo he guardado esa idea en el cajón, pues me ha hecho
pensar en ese poder tácito que tiene la gente que se dedica a “informar” o “entretener”
al mundo en general.
En uno de
mis blogs pasados, exactamente en el del día 13 de Septiembre de 2011,
titulado: “Podemos reírnos de todo” escribí la siguiente frase: “A veces, en
nombre del humor y de la libertad de expresión, la gente cruza límites que no
debería cruzar”
Supongo
que a estas alturas, muchos de vosotros ya sabréis por dónde voy.
¿De verdad
podemos cruzar esos límites sin temer las consecuencias? ¿Hay gente tan
mezquina y necia que se jugaría la vida por la fama? ¿Tan necesitados están que
han de salvar sus negocios entrando en una polémica a la que acompaña la parca
en su camino?
Jamás
defenderé a los violentos, ni a los exaltados, ni a los radicales, pero tampoco
defenderé a los que en pos de la libertad de pensamiento escriben o dibujan
cosas que pueden llegar a ofender a millones de personas.
Lo que más
me gusta son las declaraciones de uno de los dibujantes: “Para mí, Mahoma no
significa nada, soy ateo y a mí esas viñetas no me ofenden” ¡Ahhh! claro... como
eres ateo, no te ofende que se metan con una religión que no es la tuya. ¡Qué
listo eres!
Pues miren
señores dibujantes, si algo he aprendido de estudiar el pasado, es que conocerlo,
evita que se repitan los mismos errores. ¿Se acuerdan de las viñetas que
dibujaban los nazis sobre los judíos? ¿En qué se diferencian esas de las que
ustedes han dibujado? ¿Acaso no se están riendo y burlando de una religión, que
por supuesto no es la suya, tal como los soldados alemanes lo hacían con sus “enemigos”?
¿Es que acaso desconocen todos aquellos que se creen que la libertad de
expresión les da permiso de hacer absolutamente lo que quieran, la palabra RESPETO?
No es su
religión, ¡bien!
Es usted
ateo, ¡bien!
¡Felicidades!
Se ha liberado del yugo de la religión y se considera mucho más inteligente que
la gente que cree en algo más, vamos a llamarlo divino.
¿Quiere que le diga una
cosa? No me parece más inteligente que aquellos que en nombre de esa religión
asaltan embajadas y matan a gente, y además, creo firmemente que usted y todos
aquellos que no piensan antes de publicar ciertas cosas, son responsables de
alguna manera, de lo que esos exaltados hacen.
Polémica,
provocación, que poco me gustan estas palabras y cuanto daño hacen al ser
humano. Por eso odio a los trolls y no, no me refiero, a los del señor de los
anillos.
Cada uno
ha de ser consecuente de sus actos y como dice un proverbio árabe: “Si lo que
vas a decir, no es más bonito que el silencio, ¿Por qué lo dices? En este caso
sustituya el verbo decir por el de dibujar y aplíquese el cuento, porque yo de
usted, si me mirara al espejo, no estaría orgullosa de mis actos.
Por mucho
que defienda la libertad de expresión, siempre hemos de tener alguna clase de
límites, si no, esto sería el caos, la anarquía y si, en este caso, el fin del
mundo tal y como lo conocemos.
Slow Life.
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