viernes, 21 de septiembre de 2012

La risa, a veces, puede ser una mala compañía




Hoy me he levantado demasiado pronto a causa de un sueño raro. A veces esos sueños me inspiran frases que después salen en mis libros, pero esta vez y aunque la historia era muy interesante, me ha hecho pensar en el poder que tenemos los que escribimos, pintamos, filmamos o hablamos en público en nuestras manos y voces, ya que este ha sido muy desagradable, aunque fuente de inspiración para escribir este blog.

Como siempre que sueño cosas extrañas lo he escrito en la libreta que guardo en la mesita de noche, por si más adelante me animaba a incluirlo en una próxima novela, pero tras leerlo he guardado esa idea en el cajón, pues me ha hecho pensar en ese poder tácito que tiene la gente que se dedica a “informar” o “entretener” al mundo en general.

En uno de mis blogs pasados, exactamente en el del día 13 de Septiembre de 2011, titulado: “Podemos reírnos de todo” escribí la siguiente frase: “A veces, en nombre del humor y de la libertad de expresión, la gente cruza límites que no debería cruzar”

Supongo que a estas alturas, muchos de vosotros ya sabréis por dónde voy.

¿De verdad podemos cruzar esos límites sin temer las consecuencias? ¿Hay gente tan mezquina y necia que se jugaría la vida por la fama? ¿Tan necesitados están que han de salvar sus negocios entrando en una polémica a la que acompaña la parca en su camino?

Jamás defenderé a los violentos, ni a los exaltados, ni a los radicales, pero tampoco defenderé a los que en pos de la libertad de pensamiento escriben o dibujan cosas que pueden llegar a ofender a millones de personas.
Lo que más me gusta son las declaraciones de uno de los dibujantes: “Para mí, Mahoma no significa nada, soy ateo y a mí esas viñetas no me ofenden” ¡Ahhh! claro... como eres ateo, no te ofende que se metan con una religión que no es la tuya. ¡Qué listo eres!

Pues miren señores dibujantes, si algo he aprendido de estudiar el pasado, es que conocerlo, evita que se repitan los mismos errores. ¿Se acuerdan de las viñetas que dibujaban los nazis sobre los judíos? ¿En qué se diferencian esas de las que ustedes han dibujado? ¿Acaso no se están riendo y burlando de una religión, que por supuesto no es la suya, tal como los soldados alemanes lo hacían con sus “enemigos”? ¿Es que acaso desconocen todos aquellos que se creen que la libertad de expresión les da permiso de hacer absolutamente lo que quieran, la palabra RESPETO?

No es su religión, ¡bien!

Es usted ateo, ¡bien!

¡Felicidades! Se ha liberado del yugo de la religión y se considera mucho más inteligente que la gente que cree en algo más, vamos a llamarlo divino. 
¿Quiere que le diga una cosa? No me parece más inteligente que aquellos que en nombre de esa religión asaltan embajadas y matan a gente, y además, creo firmemente que usted y todos aquellos que no piensan antes de publicar ciertas cosas, son responsables de alguna manera, de lo que esos exaltados hacen.

Polémica, provocación, que poco me gustan estas palabras y cuanto daño hacen al ser humano. Por eso odio a los trolls y no, no me refiero, a los del señor de los anillos.

Cada uno ha de ser consecuente de sus actos y como dice un proverbio árabe: “Si lo que vas a decir, no es más bonito que el silencio, ¿Por qué lo dices? En este caso sustituya el verbo decir por el de dibujar y aplíquese el cuento, porque yo de usted, si me mirara al espejo, no estaría orgullosa de mis actos.

Por mucho que defienda la libertad de expresión, siempre hemos de tener alguna clase de límites, si no, esto sería el caos, la anarquía y si, en este caso, el fin del mundo tal y como lo conocemos.

Slow Life.

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