Sí, lo sé. Soy consciente de que la
foto que acompaña la entrada de hoy, puede molestar a miles de personas, aunque
aún no sé el porqué.
Ya avisé ayer que, aunque en verdad no
quiero tener enemigos, sé que esta entrada de hoy me va a crear algunos, aunque
espero que la gente liberal y pensadora, pueda entender mis palabras, no como
una afrenta, sino, como otro punto de vista, tan válido como el suyo propio.
Dicen que los escritores tenemos el
poder de llegar al alma de nuestros lectores con nuestras palabras. En verdad
así lo espero, pues cuando miras las cosas con el alma, puedes llegar a
comprender, sin estar de acuerdo, aquellos pensamientos diferentes a los tuyos
propios.
Habiendo nacido en Catalunya, de
familia mayoritariamente catalana, aunque con reminiscencias aragonesas y
valencianas, ahora que el debate de la Catalunya independiente está alzando su
voz, me pregunto que tengo yo de catalana.
Nunca me han gustado las sardanas,
aunque comprendo lo que significa el bailar todos a un mismo son, pero me
enorgullezco cada vez que veo a los “castellers”, e incluso el otro día me
emocioné al ver como se apoyaban unos a otros, todos haciendo piña y
protegiéndose mutuamente cuando cayó una de las torres.
Al vivir en Barcelona, una ciudad
poliglota donde las haya, en mi vida diaria, uso el castellano para casi todo,
dejando la lengua de mis padres tan solo para comunicarme con mi familia y con la
mayoría de mis amig@s. Como ya sabéis, yo escribo en español ya que me educaron
en esta lengua y nunca me he sentido cómoda al expresarme en catalán, aunque se
me encoje el corazón cuando veo escrito mi idioma, y mi alma se llena de
orgullo cuando leo libros escritos en mi lengua, porque en verdad creo que mi idioma
es el más bonito del mundo, y me arrepiento cada día de no tener las agallas
para volver a estudiarla y poder escribir con esas preciosas palabras.
Os pondré un ejemplo, que ni siquiera
voy a traducir pues creo que con un poco de paciencia, se puede entender lo que
una vez, uno de esos novios que se tienen en la adolescencia me dedicó:
“Quant el cucs fagin un sopar fred amb
el meu cos, trobaràn regust de tu”
¡Pero qué bonito es el catalán! Os aseguro que en castellano no suena tan bien,
Mi idioma es una lengua dulce, suave, fina y elegante
en su estado más puro, sibilina en sus Ç, mimosa y dócil cuando es necesario y
fuerte cuando se le exige. Es la lengua de mi país, aunque este
solo exista en los sueños y las almas de sus orgullosos habitantes, los cuales
somos capaces de hacer de una derrota nuestra diada nacional, supongo para que
jamás olvidemos, que un día, nuestros antepasados, fueron capaces de levantarse
con una simple “falç” en su mano contra sus opresores, y aunque no hubo
victoria, demostraron al mundo que cuando el catalán se enfada, puede llegar a
hacer peligrar hasta al más poderoso ejército... y si no que les pregunten a
los franceses del 1808.
¿Por qué aterra tanto a España el tema
de la independencia Catalana?
Unos dicen que es porque no comprenden
nuestro idioma y eso les descoloca, otros, porque les da rabia que sepamos
idiomas, algún descerebrado dice, que los castellanos serán expulsados del
país, (que sí, que he oído esa barbaridad por ahí), otros, los más agoreros,
porque España hará que sus tanques entren en Catalunya... ¿Os lo imagináis?...
Algunos, los más radicales dicen que volveríamos a una guerra civil si los
catalanes se levantan y exigen lo que es suyo, y otros, sobre todo catalanes,
dicen que si no nos expolian los de fuera, nos robarán los de dentro, porque
los políticos, sean de un lado o de otro, siguen siendo políticos.
En mi familia jamás se ha escuchado la
palabra independencia hasta hace bien poco, más que nada porque el tema
político estaba vetado en ella, por hechos que ocurrieron en el pasado durante
la guerra civil. Recuerdo que mi abuelita no dejaba que se hablara de política,
ni de ideales, ni de, como ella lo llamaba, “zarandajas” de esas que no llevan
más que disgustos.
Supongo que por ello, ahora me cuesta
posicionarme tanto en un lado y yo; que no hablo el catalán en mi día a día, pero
que me siento orgullosa cuando escuchó como habla la Sra. Muriel Casals, porque
me deleito con su perfecto catalán. Yo; que soy una gran desconocedora de la
cultura catalana, pero que disfruto yendo al MNAC, (el museo de arte de
Catalunya). A mí; que me gusta el jamón de jabugo, (aunque eso sí, acompañado
de un buen “pa amb tomaquet”). A mí; que cuando veo ondear la senyera catalana
se me eriza el vello, cosa que no ocurre cuando se alza la bandera española y
que escribo en castellano porque siento que es una lengua preciosa cuando esta
se escribe bien. Con todas estas ambigüedades, ¿puedo yo decir que soy una
catalana que quiere la independencia? Es más... ¿Arreglaría la independencia
nuestros problemas? ¿Se acabaría el paro en Catalunya? ¿Volveríamos a tener una
sanidad pública y de calidad? ¿Podrían las empresas catalanas disponer de más
dinero para invertir al haber menos impuestos?
¿Qué ocurriría con Catalunya si fuera
independiente?
Algunos dicen que pasaríamos a ser uno
de los países más ricos de Europa, comparándonos con Andorra o Mónaco... otros,
que seríamos el estado más pobre de ella, pues Europa no nos aceptaría como
país, puesto que España tiene derecho a veto, y jamás aceptaría nuestra
separación.
Qué complicado el tema, ¿verdad?
Lo único que sé, es que se escucha ya,
y mucho, que ha llegado el momento, que es ahora o nunca, que ya basta. Que
somos una mayoría los que quieren la independencia, y aunque aún no hemos
llegado hasta ese punto y espero que nunca llegue, temo el día en que alguien
con los suficientes “collons”, (que es una palabra que gusta mucho fuera de mi
país), diga:
- Ja ni ha prou! A les armes catalans!
Aixequem-nos i fem fora a l’invasor!
Esto me da terror, aunque he de decir,
que mientras lo escribía, se me ha erizado toda la piel, y no ha sido
precisamente a causa del miedo.
Slow Life!!!
Dices en tu artículo - ¿se le puede llamar así, no?- que tienes raices valencianas. ¿Sabes? Los valencianos también tenemos alma. Alma e identidad, y en esa hipotética independencia dels Països Catalans, nos incluís. Sin nuestro permiso. Sin que nuestra alma lo desee.
ResponderEliminarAnónimo, esto no es un artículo, sino más bien una bitácora de mis pensamientos, y por supuesto, no se va a convertir en una dialéctica entre catalanes y valencianos, sobre todo, porque en ningún momento, he hablado de vosotros en mi blog.
EliminarTe felicito por defender tus ideales, tu alma, y tu identidad, y solo te digo que eso de obligar a un país a permanecer junto a otro, con el que nada tiene que ver, lo dejo para el poder, ese mismo poder que ha conseguido que nuestras diferencias nos mantengan separados.
Catalanes... Valencianos... Si piensas como dices que piensas, tú sabes que esa identidad va mucho más allá de nuestra lengua, así que para qué dar la razón a los que ya les va bien que nos peleemos entre nosotros. Eres y te sientes valenciano. ¡Felicidades!
Bienvenido al club de los que creemos que nuestra identidad y nuestra alma está muy por encima de lo que diga nuestro D.N.I.