martes, 8 de marzo de 2011

Doce días y Primavera

Hoy las nubes nos han recordado, que aún no ha llegado la tan ansiada Primavera, por mucho que lo diga un centro comercial.

Tal como dije ayer, quiero hablar positivamente de las cosas y me gustaría hacer una monografía sobre las diferencias entre la infancia,adolescencia, juventud, madurez y vejez de hace más o menos cuarenta años y de las de hoy día, pues me he puesto a pensar y aunque me ha sido difícil, también he podido encontrar puntos positivos en el mundo actual.

Todo lo que viene a continuación, es una opinión personal y no tiene, por supuesto, ninguna base científica, ni tan siquiera las etapas y las edades que a ellas se otorgan.

INFANCIA (Entre 3 y 13 años)
Intento recordar mis primeros años infantiles y por mucho que pienso, no consigo rememorar absolutamente ni una sola frase de desalentación o de temor al futuro.

La verdad es que por lo poco que recuerdo tuve una gran infancia y gracias a la familia que me rodeaba y supongo también a que era la única niña y la pequeña de cuatro hermanos, (en una familia absolutamente anclada en los cincuenta), tuve una infancia muy fácil y alegre. Cada uno tenía su lugar en la familia y nadie se preguntaba porqué las cosas eran así, pues nadie preguntaba porqué a nuestros padres, porque lo que de ellos venía, bien recibido estaba.

Hablo de mi generación, nacida durante los años setenta, aquella que aún creía en los reyes magos, en la esperanza de haber sido un buen niño y que aquellos señores con barba de colores y vestidos orientales te trajeran aquello que habías pedido, aunque nadie se molestaba, ni se ponía a llorar, si en vez de una Barbie, te traían una Darling, (que por cierto, era más fea que un pecado).
Hablo de las tradiciones, cuando los padres iban a comprar los regalos sin los niños, cuando intentaban hacer un hueco entre la multitud para que vieras a tu rey mago favorito, cuando te decían que apretaras los puños bien fuerte porque así la noche pasaba más rápido y tú te lo creías.
Hablo de una época donde durante las vacaciones, nadie ponía el grito en el cielo porque atravesaras un bosque acompañada solo de tu mas fiel amiga para poder llegar a la piscina, cuando podías ir a buscar moras o renacuajos sin temor a no volver a casa.
Hablo de las primeras películas vistas en el cine. En mi caso fue Indiana Jones en el templo perdido, fue en el cine Excelsior de la Gran vía y me pasé la mitad de la película con los ojos tapados por la mano de mi madre, pues ella no quería que yo pasara miedo.

Y ahora intento mirar a la infancia de hoy, positivamente. Y lo intento, e intento ver que buena que es su infancia, y me cuesta... me cuesta mucho, pero al final lo consigo y veo...
Y vislumbro... niños independientes que creen no necesitar a sus padres, (aunque a veces, por desgracia es así), que no quieren que les digan como han de vestirse, como han de hablar, como han de vivir. Niños que poco necesitan salir a la calle mientras la televisión funcione. Que casi no necesitan juguetes mientras tengan un ordenador. Puede que todo esto suene mal, pero no es así.
Sí, son muy diferentes a como éramos nosotros, pero no por ello ha de ser malo. Son niños autónomos, a los cuales no va a ser fácil someter a unas normas... ¡Quiero saber que adultos serán! De veras, sin acritud, quiero ver dentro de diez o veinte años que tipo de personas son. Tengo mucha curiosidad y mientras tanto, les daré un voto de confianza, aunque no esté de acuerdo con el modo de educar de hoy en día.

He de decir por otro lado, que hablo desde el desconocimiento pues carezco de hijos y Dios mediante espero poder seguir así durante muchos años, si no, para siempre. Pero como la mayoría en este mundo, tengo sobrinas y sobrinos con amigos y amigas que (aún no sé porqué), les gusta hacer sus fiestas en mis terrazas ;-)
Pero sé que no tengo hijos, pues de tenerlos, serían los llamados "bichos raros", los que no estarían en ningún grupo sociológico preseleccionado y los que serían diferentes a la media, porque esa es la gracia del ser humano, ser diferente.

No digo que la infancia de hoy sea peor que la vivida por mi generación, pero temo que los niños de hoy se crean que son ellos y solo ellos el centro de atención, en vez de creer que forman parte de una familia.

Lo que si tengo seguro y creo firmemente es que mi generación, la nacida entre los setenta y los ochenta fue, es y será la "ostia", que somos la última en tener nuestra mente en nuestros cabales y que hemos sido la última en experimentar la libertad bien entendida.

A todos los nacidos en esa época, jamás olvidéis quienes somos y que hemos vivido, y por supuesto, Slow Life para todos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario