martes, 15 de marzo de 2011

Cinco días y Primavera

Siempre me ha sorprendido la capacidad que tiene el ser humano de crecimiento. A veces creo que nunca dejamos de crecer y de aprender y que nuestra vida se basa en saber como quieres vivir, con quien quieres andar, y en definitiva que quieres de la vida, aunque sé que hay mucha gente que sólo sigue los caminos preestablecidos por la sociedad que antes que nosotros han pasado por ahí.

Sales del instituto, estudias una carrera o te pones a trabajar, conoces a "un@ buen@ chic@", sales con el/ella, te casas, (o no), tienes un par de hijos, (que es la media nacional), sigues trabajando, (si tienes suerte), te divorcias, (o no, que ahora no está tan de moda), los hijos siguen tus pasos, (o no), maduras, tienes una casa, una hipoteca, un coche, sigues madurando, sigues trabajando, hasta que al final te jubilas e intentas llevar un buen ritmo de vida con la pensión que te ha quedado. Tus hijos siguen madurando, te dan nietos, (que muchas veces has de cuidar tú, porque ellos trabajan), empiezas a tener achaques, tus hijos viven su vida sin contar contigo, y al final, miras para atrás y ves que te sientes orgulloso de tu vida, y te conformas porque tus hijos siguen de alguna forma por tu mismo camino.

ETAPA ADULTA (De 30 a 50 años)

¿Eso es la vida? ¿Repetir siempre los mismos pasos por el mismo camino que alguien antes que tú ha caminado? Pues no sé que pensaréis vosotros, pero ese tipo de vida, no va conmigo.
Será que estoy hecha de otra pasta, o que mi turbulenta mente de artista, se niega a "madurar". Me pregunto si Beauvoir, Rossetti, Winterhalter, Renoir, Cezanne, Degas, Sartre... y todos aquellos artistas que han influido en mi vida, realizaron esos mismos pasos o se salieron del camino preestablecido.
Que no tuvieron vidas normales, eso lo sé del cierto, por la historia que nos han dejado a través de sus biografías, que no pasaron por el aro, lo supongo, pues si no, no hubieran destacado de la media, pero, lo que si me pregunto es porqué, después de grandes artistas como ellos o grandes pensadores y filósofos, seguimos pensando igual y haciendo las mismas cosas.

En mi crecimiento personal, he de reconocer que tardé mucho en saber lo que quería de verdad, y no fue hasta los treinta que decidí por mi misma que es lo que quería de la vida, descubriendo que era un ser cambiante, que me aburre ver las mismas cosas todo el tiempo, que puedo escuchar casi toda clase de música sin pararme en un solo estilo, (aunque adoro las voces de Andrea Bocelli, Enya y Michael Buble), que me gusta leer lo que me apetece, no porque haya ganado un premio, o porque la crítica haya dicho que es una gran obra, si no porque yo la he elegido por la historia que cuenta. He aprendido que no todo lo del pasado es bueno, pero que hemos de respetarlo y aprender de ello, y que a veces, debemos enriquecer nuestro presente con esas experiencias que los otros han vivido, no por imitarlos, si no para hacer sus experiencias nuestras y renovarlas mejorando lo que ellos ya han hecho. He aprendido a discernir una buena obra por mi misma sin tener que hacer caso a los expertos, y os aseguro que fue un palo, abrir la primera página de una gran best seller y darme cuenta que aquel libro, conocido en todo el mundo, tenía un comienzo horrible que evitó que siguiera leyendo, aunque algún día sé que le daré una oportunidad, pues a veces un mal comienzo no quita que exista una gran historia detrás.
Ahora sé que odio la mediocridad, las personas que se vanaglorian de su incultura, que disfrutan siendo barrio bajeros sin tener esperanza a mejorar. He descubierto algo horrible, que los dadaistas siguen existiendo y que muchos en esta sociedad les siguen, sólo por el hecho que les creen transgresores o simplemente porque les divierten y no tienen que pensar en sus pobres vidas.

Que durante nuestra vida, nuestra necesidades cambian, eso es un hecho, pero que cuando se produce este cambio, muchos se niegan a dar el paso por miedo a destrozar todo lo que creen haber conseguido, eso también lo es. Y la verdad, si hay algo en este mundo que me da realmente pena, es aquel ser humano, que sumido en una vida que no le gusta, junto a alguien que no desea estar, sin haber conseguido sus metas o sin haber descubierto que es lo que realmente quiere, siga con toda esa farsa sin osar a cambiar ni un solo ápice de su existencia, por miedo a encontrarse solo, a no conseguir aquello que quiere, o a no seguir los cauces normales de la sociedad.

Desde que cumplí los treinta, mi vida ha estado llena de cambios que han sido provocados por mi misma. No sabía que consecuencias tendrían, pero me arriesgué y no puedo decir que me haya ido tan mal. Puede que termine mis días como grandes artistas que murieron pobres, aunque sus obras se venden ahora millonarias o que en algún momento de mi vida, alcance a vivir de mi arte. Desconozco lo que la vida me tiene preparado para los más de veinte años que faltan para que termine esta etapa y como voy a cambiar durante ese tiempo. Lo que si sé es que nadie puede decidir por mi que es lo que quiero o no hacer con mi vida, a pesar que no estamos exentos de las influencias y que a veces debemos hacer cosas que no queremos. Pero lo que si os aseguro es que jamás dejaré de luchar, porque cuantos buenos actores, escritores o pintores que hoy llegan a nosotros por su buen trabajo, han escuchado eso de "dedícate a otra cosa, que tú no vales para esto"

Y me pregunto, cómo serán nuestros futuros adultos. Si vivirán todo lo que cuento mucho antes que yo, si serán, a causa de estas experiencias, más inteligentes o más sagaces, pero espero que cada uno descubra las cosas en el momento adecuado, pues aunque no recuerdo si fue mi abuelita o mi propia madre quien me enseñó esta frase, es algo que siempre he tenido en cuenta: 
Cada cosa tiene su lugar, ese es el secreto del orden.

Aunque con el tiempo, yo he añadido algo de mi propia cosecha:
Cada cosa tiene su lugar y cada experiencia su momento, ese es uno de los secretos de la vida.
Porque si para algo estamos en este mundo es para mejorar las cosas que nos han enseñado... pues, como se dice en una de mis películas favoritas:

- ¿Qué hombre es aquel que no quiere mejorar el mundo? -

Si todos pensáramos, tan sólo por un momento, en esa frase, puede que el pequeño mundo que nos rodea mejorara, y de esa manera, todos nos convirtiéramos en mejores seres humanos.

Slow life... Por una vida llena de honor, cultura y calidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario