lunes, 5 de septiembre de 2011

Tiempo para pensar


Tras un merecido descanso vuelvo a mi blog alegrándome por todas las visitas que ha tenido durante estas vacaciones estivales, por decir algo, puesto que, al menos a mí, el tiempo no me ha acompañado y la verdad es que ha sido un verano algo atípico.

Lo que si que no ha cambiado, es que he pensado mucho, en exceso, e incluso a lo mejor demasiado. Creo que esta manía mía de pensar, es algo que me acompañará el resto de mis días y la verdad es que no sé si debo alegrarme o no, pues, aunque la mayoría de veces me alegro de pensar tanto, a veces, en alguna ocasión me siento tan cansada que me encantaría poder poner la mente en blanco, (cosa que he intentado miles de veces sin éxito), ya que siempre acabo pensando en la oscuridad que ven mis ojos o en las luces que se ven cuando los cierras.

La verdad es que me encantaría poder anunciaros la publicación de mi libro, pero eso sería mentiros y ya sabéis lo que yo pienso de las mentiras, simplemente las odio, y pienso que si la gente no tuviera tanto miedo a enfrentarse a la verdad, la vida sería mucho más fácil.

No puedo negar por ello, que si que he tenido una alegría referente a la novela, y aunque para ser sincera, he de decir que creo que me hice unas ilusiones que no eran reales, recibir elogios que no te esperas, alegra mi pobre subconsciente.
Por otro lado, dicen que, "las cosas de palacio van despacio", y mi turbulenta mente de artista, que lucha cada día contra sus miedos, me dice que está a punto de tirar la toalla, dejar de defender el slow life y desesperarse, puesto también dicen que, "quien espera, desespera".
Pero, tengo la suerte, que si a algo hay que no me gana nadie, es a tesón. Un tesón propio del que sabe que, habiendo lo que hay en el mercado, y viendo reportajes como el último que leí, "Son malos tiempos para los Best Sellers españoles", sabe que el lector español necesita algo más. Necesita creer, recuperar la fe, (y no hablo de religiones), necesita saber que no todo es blanco o negro, necesita creer que existe de nuevo una amplia gama de colores en este arco iris de la vida, y necesita enfrentarse, a través de esos seres que los artistas creamos, a todo aquello que en la vida real no puede enfrentarse por miedo a perder su pacífico modo de vida.

¿Cuantas cosas haríamos si supiéramos que no tendrían consecuencias?

Esto es lo que puede ofrecer un buen libro. Un modo de ser aquel quien jamás seremos. Un modo de escapar a nuestra propia realidad poniéndonos en la piel de un ser de papel que aunque sufra, llore, sienta, ría y ame, las consecuencias de todo lo que hace, se quedan entre las páginas del libro. Aunque... si me permitis, personalmente creo, que un buen libro hace que al terminar sus páginas desees, aunque sea de un modo muy pequeño y sutil, extrapolar las enseñanzas que el protagonista de la historia pueda haberte mostrado, cambiando así en algo nuestras normales vidas, aunque sea sólo por unos momentos.

De todo se aprende en esta vida. Esa es la gracia del ser humano. Que nunca dejamos de aprender.

¿O es que acaso jamás habéis usado, en vuestro día a día, frases que visteis escritas en un libro, o que se dijeron en alguna película o serie de televisión?

Y mientras, yo sigo luchando contra la desesperación de la espera, preguntándome si hice bien en salirme de los cauces normales, saltándome todas las jerarquías y haciendo las cosas como sólo unos pocos las haríamos.

Bienvenidos a una nueva era de Odisea. Y por supuesto... Slow Life!!

viernes, 22 de julio de 2011

Vacaciones de Verano al fin

La verdad es que no me imaginaba cómo se iban a acumular los temas a la hora de irme de vacaciones.
Supongo que es mejor así, pues de este modo, puedo dejaros una entrada más larga de lo normal, como... iba a decir despedida, pero no es eso lo que es esta entrada, así que lo llamaremos... un "hasta luego".

Uno de mis seguidores me dijo que le gustó mucho la acidez de mis palabras y la ironía de la entrada de ayer. Sólo puedo decirle, que si no nos tomamos los asuntos políticos de este manera, ya podemos empezar a cabrearnos, pues hay mucho por lo que enfadarse.

Yo he decidido ya no enfadarme más. Quejarme, si. Denunciar, también. Pero enfadarme, no. Puesto que creo que no merece la pena, ya que ladrones, piratas, estafadores y políticos, formarán siempre parte de nuestras vidas.

Ayer, tuve una curiosa conversación con alguien a quien quiero mucho y no pude si no, quedarme boquiabierta a lo que me estaba contando. Es tan triste que el ser humano no haya aprendido nada en todo este tiempo. 

Me explico:
En la época de mi madre, la educación que se daba a la mujer era para casarse, tener hijos, formar una familia, estar al lado del marido...etc...etc... Era el hombre el que salía cada día a trabajar y la mujer quien, normalmente, se quedaba en casa para cuidar a los hijos. Con el feminismo y la "liberación de la mujer", esto cambió. Ellas dijeron que éramos iguales a ellos. Que también podíamos trabajar, que podíamos ser independientes y que podíamos vivir sin necesitar un hombre. Y por suerte, muchas de nosotras nos lo creímos y decidimos tomar las riendas de nuestra vida.
Luego, surgieron aquellas que en vez de considerarse iguales, se creyeron superiores a ellos. Salió la moda de la súper woman, la que todo lo podía, la que no necesitaba a nadie y desgraciadamente, fueron muchas las que cayeron en su propia trampa y son muchas las que aún se creen superiores.

Siempre me he considerado feminista. Nacida en una familia anclada en los años cincuenta y siendo la pequeña y única niña de cuatro hermanos, no me quedaba ningún otro camino para poder sobrevivir en esa jauría de testosterona. El feminismo me mantuvo cabal, en mis trece de no tener que necesitar a nadie y a pesar que me fui muy joven de casa, con el tiempo y con la experiencia de la vida, aprendí que la vida era mucho más fácil si la compartía con una persona que me amaba y a la que pudiera amar. Jamás me he considerado por encima del hombre. Claro que, por supuesto, nunca me he considerado por debajo. Somos iguales, cada cual con sus diferencias y sus cosas buenas y malas. Y si algo he aprendido, es que una de las claves de la felicidad, a parte del respeto y el amor, es el compartir la vida, ayudar y dejarte ayudar por el otro componente de la pareja, sin querer dominar cada momento de sus días. Hasta aquí lo que yo pienso.

Pero entonces, me encuentro con los pensamientos de una adolescente que me descuadran el modo en que veo la vida, cuando esta me dice, que si a los quince años no tienes novio, es que no estás IN, en la ONDA, o de MODA.
Eso por un lado. Al seguir hablando, oigo como los chicos de hoy día, (hablo del género masculino), piensan la mayoría en "No quedarse solos" ¿?¿?¿? ¿Quedarse solo a los diecisiete? ¿Pero en que puñetas están pensando? ¿Es que acaso hemos dado un paso atrás? ¿Es que ahora es el hombre el que busca estar con alguien desde joven? ¿Se han cambiado las tornas? No lo entiendo.
La verdad es que no conozco muchos adolescentes, pero yo pensaba que la sociedad actual sería competitiva, puesto que ahora las chicas piensan en labrarse un futuro, tener una carrera, conseguir un buen trabajo y luego, si eso, formar una familia. ¿Cómo lo van a hacer si encuentran un chico que no quiere eso?

De verdad, creo que el ser humano ha perdido el norte de tal manera que vamos a necesitar toda una generación para volver a encontrarlo.

Puede que alguien piense que ya era hora de la supremacía femenina. Yo no. Ni era bueno el dominio del hombre, ni será bueno el dominio de la mujer. ¿Tanto cuesta considerarnos iguales? ¿Es tan difícil entender que no estamos ninguno por encima del otro, si no que nos complementamos?

Yo, como siempre, voy a utilizar mi "Slow Life" y a darle tiempo al tiempo, para ver que pasa.

Tras esta conversación, tuve otra igual de curiosa donde llegué a la conclusión, que los hombres y las mujeres de hoy día, o al menos, los que piensan de este modo, han dejado de ser seres humanos.

Vuelvo a explicarme:
Para mi considerarme un ser humano, como me considero, es ser una persona individual, que piensa por si misma, que decide lo que cree mejor en cada situación, que se equivoca y que aprende de sus errores. Que mira al pasado con respeto, pero sabiendo que esos tiempos ya han pasado y segura de que otras épocas no fueron mejores ni peores, si no diferentes. Yo creo que el tiempo que me ha tocado vivir, es algo loco, que las personas andamos algo perdidas con tanto caos político, social, medioambiental, (pues vaya mes de Julio que estamos teniendo), y que has de tener la cabeza muy bien amueblada para poder sobrevivir en este mundo que nos ha tocado vivir. Per a pesar de todo ello, sigo diciendo que no me creo lo que muchos dicen, "Que el ser humano está creado para autodestruirse" ¿Qué tipo de personas seríamos si creyéramos eso de nosotros mismos? Yo creo que el ser humano está creado para mejorar su entorno, para ser cada día un poco mejores, para descubrir cosas que mejoren la vida de todos... Lo que ocurre, es que muchos de los que pueden hacer estos cambios, o no lo saben, o prefieren sucumbir ante las tentaciones monetarias para tener una triste vida rodeados de montones de dinero, que ni les van a hacer perdurar en la historia, ni les van a convertir en mejores seres humanos.

A veces me pregunto: ¿Qué ocurriría si las personas que tienen el poder de cambiar las cosas, decidieran cambiarlas de verdad? Supongo que nos encaminaríamos a un mundo de "Propicios Días", cosa que por otro lado, no creo que tampoco me gustara.

Bueno, pues en realidad tampoco era tanto lo que tenía que decir. Tan sólo quisiera desearos unas felices vacaciones, descansadas, relajadas, llenas de alegría, sonrisas y besos. Con buen tiempo. Con sol para que os llene de energía, con buena compañía para poder tener maravillosas conversaciones, en un lugar dónde os sintáis bien con vosotros mismos, y con tiempo para pensar de que modo queréis vivir el resto de vuestros días.

Cosa que me hace pensar en algo que el otro día comenté con mi compañero:
¿Sabéis que hay gente que no piensa en su vida ni en su futuro? Andan por el mundo dejándose llevar por la sociedad como si fueran amebas sin personalidad. Que me he de casar, me caso, que he de tener un hijo, lo tengo, que he de comer cada domingo con la suegra, pues voy, que me despiden, pues vale, que encuentro otro trabajo, que bien, he tenido suerte... ¿?¿?

¡¡Qué triste vida vivir así!!

YO NO QUIERO SER UNA AMEBA. SOY UN SER HUMANO.

Slow Life!! Unas descansadas vacaciones y nos vemos de nuevo en Septiembre. Muchos, muchos besos a tod@s.

jueves, 21 de julio de 2011

La zarzuela de los politicos españoles



Que bueno soy y que inocente que me sacrifico por mi partido para que puedan ganar las elecciones. Si es que Francisco se ha ganado el cielo. ¡¡¡Jooo!!! Yo de los peperos, (léase votantes del PP), le hacía un monumento o le ponía su nombre a una calle.

¡¡Es que ya está bien!! ¡¡Pobre Francisco!! Con lo bueno que es y lo que ha tenido que tragar.

Mira que enfadarse la gente por un asunto de trajes. ¡¡Vamos anda!! ¡¡Pero que tontería!!
Si incluso la justicia le perdonaba el juicio si pagaba 40.000 € de nada.
¡¡Hombre!! ¡¡Qué digo yo, que tan grave no podía ser!! ¿No?

Es que mira que la gente es mala y le gusta darle a la sin hueso. ¡¡Qué malos somos todos!! Mira que creernos esos delitos que se le imputan y de los cuales es totalmente inocente, (sonrisa maliciosa incluida).

¡¡Juas!! Me río yo de su "sacrifico", de su "inocencia", de la multa por "evitar el juicio", y de todo lo relacionado con este señor, por no llamarlo otra cosa, que creo que en definitiva es lo que es.

Pero, aquí hay un problema con el cual Francisquillo no contaba. Que, según fuentes judiciales:
"Su proclamación de inocencia por un delito de cohecho pasivo impropio en el conocido como 'caso de los trajes' derivado del 'caso Gürtel', invalida los reconocimientos de culpa efectuados este miércoles por parte de otros dos de los imputados. Así que, mientras que los cuatro imputados en esta causa no se pongan de acuerdo y reconozcan haber recibido regalos de la trama corrupta, las declaraciones que se hagan de manera individual quedarán invalidadas. Por este motivo, los cuatro acusados tendrán que ir a juicio, donde expondrán sus versiones, que serán las que realmente cuenten.

¡¡Ayyyy!!! Francesc, Francesc... Qué nadie se cree tu inocencia. Que penita me das que al final si vas a tener que ir a juicio. Ya puedes preparar la mejor de tus caras y la más falsa sonrisa que puedas, pues creo que de esta, al final, no te libras.

Pobrecito mío. Que poca credibilidad tienes. Deberías haber practicado más, o al menos haber consensuado tus palabras con tus compis de fechorías.

Rememorando lo que dice Francisquita en la zarzuela que lleva su nombre, (retocándolo sólo un poquito):

Yo no fui sincero
perdonamé
si yo te engañe
fue porque estafaba

Pueblo no me niegues tu bendición
y tu corazón abre a la inocencia.

Bla, bla, bla... Bla, bla, bla...

Me da a mi que ni en vacaciones nos libramos de este mendrugo ni de todos sus coleguillas, así que Francisquita, sigue cantando, que a lo mejor al final alguien te cree.

Slow Life!!!

miércoles, 20 de julio de 2011

Voy a tomar el sol y vuelvo


Si queréis que os diga la verdad, hoy no tengo muchas ganas de escribir. Ha vuelto el sol, la temperatura es bastante alta y tengo muchas ganas de poder estirarme en la hamaca de mi terraza y dejar que los rayos de nuestra estrella me llenen de energía.

Supongo que el verano es lo que tiene, que te acuerdas que pronto tendrás vacaciones y que lo único en lo que piensas es en no hacer nada.

¡¡Es tan relajante no hacer nada!!

Y no creáis, que hay mucha gente que no sabe estar en un sitio sin hacer nada. En alguna parte he visto, no sé si en algún reportaje o una película, como hay familias enteras que se trasladan a la playa o a la casa de campo, y siguen haciendo lo mismo que en sus apartamentos de ciudad pero en otro lugar.

Hay incluso otro tipo de gente que en vez de descansar se llena todo su tiempo con actividades que normalmente no haría, e incluso hay algunos, por suerte los menos, que aprovechan para hacer chapuzas u obras en casa, sin pensar que sus "tareas" pueden molestar a los que si saben estar sin hacer nada.

Todas estas descripciones de diferentes vacaciones, me lleva a pensar que el ser humano es tan, tan diferente entre si, que eso es lo que nos hace tan únicos.

Para mí, las vacaciones son una temporada de descanso, donde no hacer nada. Pero nada, nada. No quiero tener un horario fijo, quiero levantarme a la hora en que se acabe mi sueño, dormirme a la que esté cansada, comer cuando me apetezca y lo que me apetezca, sin tener nada preparado y predestinado. Quiero tomar el sol, ver las estrellas, leer todo aquello que durante el año no he podido y quiero dejar de escribir.

Dejad que matice este punto. Para mí, no es que escribir sea un trabajo, más bien es mi pasión, mi sueño, incluso podría decir, mi droga. Es lo que me mantiene viva. Pero por suerte o por desgracia, este trabajo, (que espero que algún día se convierta en ello), tiene sus handicaps. Yo aún no los conozco, pero espero conocerlos en breve, aunque sé, como hace mucho tiempo dije en una de mis primeras entradas que una de las cosas que peor voy a llevar son los plazos.

Cuando una pasión se convierte en trabajo aprendes que incluso la cosa que te hace más feliz, puede tener sus más y sus menos y por ello, me puse el plazo de escribir, (no más de dos páginas), cada día de lunes a viernes, para ir acostumbrándome a convertir mi pasión en una profesión.

¡¡Y oye!! Qué no lo llevo tan mal... pero claro, como todo trabajo, necesito un descanso.

Necesito vaciar mi mente para volverla a llenar. Necesito vivir experiencias o no vivirlas para poder dejar a mi mente en libertad , necesito recargar fuerzas y necesito estar preparada para un posible cambio de vida, que en algún momento tendrá que llegar.

Lo bueno que esto no sea un trabajo remunerado, es que soy yo misma quien decido cuando cojo esas vacaciones y he decidido que estás van a ser desde el lunes 25 de Julio hasta el 2 de Septiembre, ambos incluidos. Así que como quien avisa no es traidor, avisados quedáis.

Slow Life...

martes, 19 de julio de 2011

Esperar lo inesperado


Tener poco sueño es lo que tiene, que puedes disfrutar de programas "normales" de la televisión, de aquellos que no todo el público entiende o le gusta, pero que al menos pueden aportarte ideas o pensamientos, en los cuales no caerías sin haber visto ese reportaje en cuestión.
Son programas en los que no hay gritos, ni peleas, ni insultos. En los que no salen payasos haciendo el ridículo, ni gente denigrándose por una cantidad cerrada de antemano.
Se podría decir que en ese horario nocturno, los programas que surgen son para gente ávida de experiencias y de utilizar su mente, aunque a veces también puedes disfrutar de alguna que otra divertida serie o buena película.

¿Os preguntáis a que viene la introducción de hoy? Bueno, pues tiene una contestación tan fácil como esta:

El título de la entrada de hoy se me ocurrió mirando la televisión ayer en el horario dónde se despiertan los búhos. Realmente, no es que se me ocurriera, si no que lo he extraído de una preciosa frase que decía así:

"Esperar es sólo el comienzo. Lo inesperado es lo que cambia nuestras vidas"

¡Y qué razón tiene!

Creo que la mayoría de nosotros pasamos nuestra vida esperando a que pasen las cosas. Esperamos a ser mayores. Esperamos a ser independientes. Esperamos a tener pareja. Esperamos a...

Siempre esperando algo que puede o no suceder.

Hace un tiempo, hablando con una amiga mía, me enteré que existe mucha gente que no sabe esperar. Que se pone nerviosa, que se inquieta, que llega incluso a rozar el histerismo según el tiempo que tenga que hacerlo. Yo no entiendo esa inquietud, puesto que va en contra del Slow Life que tanto defiendo. Eso no quiere decir que no me ponga nerviosa, que no desee saber que ocurrirá, o cuando llegará aquello que espero, pero si, que he aprendido a controlar mi temple.
Realmente, no sé si esta palabra, "temple", existe en el contexto que yo la uso. Pero creo que la he oído desde siempre en casa y aunque puede que la use mal, yo la utilizo para referirme a la virtud de la templanza. Para mi, controlar mi temple, es saber esperar. No alterarse porque las noticias no llegan y pensar que si ha de ser, así será.

En esta sociedad de la rapidez, el ahora ya, el inmediatamente, el estar conectados siempre para saber siempre las últimas noticias, esta palabra se va diluyendo entre las prisas de una vida cada día más ajetreada y más, (permitidme la licencia), manicomizada. Parece que todos estemos locos y encerrados en ese manicomio del saberlo todo ya, cuando no hay cosa más bonita y relajante que esperar con anhelo algo que sabes que al final llegará.

Me gusta esa frase. "Esperar es sólo el comienzo". Pues cada vez que esperas algo, vuelves a comenzar. "Lo inesperado es lo que cambia nuestras vidas". ¿Y no es así? Si sabes que algo ocurrirá, no te sorprende cuando llega. En cambio, si sabes que existe la posibilidad de que ocurra aunque no tengas la certeza que vaya a ocurrir, cuando esto al final pasa, es como un cambio en tu vida. Un cambio que solapa la pequeña agonía del comienzo de esperar. Un cambio que sea para bien o para mal, no deja de ser un cambio. Algo que hará mella en tú personalidad para siempre.

¿Qué sería del mundo sin esas esperas? ¿Qué podríamos esperar si supiéramos absolutamente todo lo que va a ocurrir? Si, bueno. Supongo que algunos debéis estar pensando que viviríamos más cosas en menos tiempo. Pero... ¿De que manera las viviríamos? 

¡¡Yo adoro regodearme en ello cuando algo me gusta!! 

Me encanta poder tomarme mi tiempo en una cena con amigos de los de siempre. Sin prisas, sin nadie que te diga que espabiles, sin nada que hacer después. Deleitándome con un buen y joven vino blanco mientras me embriago con los diferentes sabores de las suculentas viandas.

Y... ¿Sabéis qué?

Me gusta esperar lo inesperado. Me gusta que aquello que no espero, cambie mi vida. Aunque en el fondo rece cada noche para que ocurra.

Slow Life!!

lunes, 18 de julio de 2011

El cansancio de los padres


Jamás pensé que podría estar más cansada de lo que me encuentro ahora mismo.

Tras un maravilloso viaje familiar en el que he reafirmado que a pesar de disfrutar con los hijos de los demás, los niños no están hechos para mí, estoy tan, pero tan cansada, que parece que en vez de irme de mini vacaciones, he estado en un campo de trabajo.

¿Es así de cansado ser padre? Entonces entiendo que hoy en día no se tengan tantos niños como antes. Son mil ojos, mil cosas en que pensar, mil pequeñas batallas que se terminan con una sonrisa, una caricia, miles de besos, o un simple conversación explicando las cosas, pero que, al menos en mi caso, han acabado con mi energía vital.

Estoy realmente agotada. ¡¡Y eso que eran vacaciones!!

Aunque me gusta mantener en lo máximo que puedo mi vida privada como privada, los que leéis esta entrada de hoy, podéis imaginar que he pasado un largo fin de semana acompañada por niños de mi familia. Se me ocurrió hacer de "tieta guay" y llevarme a mis sobrinos a un lugar lleno de magia.
Así fue. El lugar era encantador, especialmente diseñado para ellos, con miles de dibujos animados convertidos en realidad, cientos de atracciones que en teoría deberían haber acabado con su energía, no con la mía, y copado de situaciones felices y divertidas, cosa que puedo asegurar así fueron.

Supongo que cuando los hijos no son tuyos, todo cambia.

En alguna ocasión que he hablado con amigos míos que son padres, estos siempre confirman que sí, que es muy cansado serlo, pero que todo se te pasa cuando ves su sonrisa o te dan un abrazo y un beso. Eso no me ha ocurrido a mí, supongo que esa es la diferencia entre los padres y los tíos, que yo, a pesar de haber recibido miles de besos y cientos de abrazos, sigo cansada y completamente agotada.
Eso no quiere decir que no haya disfrutado. Nada más lejos de la realidad. Pero es curioso como cambian las cosas cuando tú eres el adulto y son ellos quienes dependen de ti. 
En tus manos está encontrar a su personaje favorito para que puedan hacerse una foto que recuerden para siempre. En tus manos está que se diviertan, que dejen de tener miedo a las montañas rusas o que se atrevan a ver un espectáculo de tiros, fuego y efectos especiales. Siempre estás pensando en que más ofrecerles, siempre preocupada por si se pierden, por si lloran o por si se aburren... es verdaderamente cansado... y eso que estaba de vacaciones...
Por otro lado, siendo responsable no sólo de sus vidas y de su felicidad momentánea, eres responsable de devolvérselos a sus padres tal como te los han dejado, o sea, enteros y de una pieza.
¿Es eso ser padre? ¿Estar siempre preocupados por que no desaparezcan? ¿Por que no se caigan y se hagan daño? ¿Por qué no tengan miedo? ¿Por qué no lloren?

¡¡¡¡¡Uffffff!!!!! 

¡¡¡Qué cansancio!!

Sin cambiar de tema... He de decir que me gusta el silencio. Yo me levanto en casa los días de diario y no hay nada que rompa el silencio mientras me tomo un café con leche. Ni una sola voz, ni un grito, ni un llanto, nada...
¡Qué diferente es levantarse con niños! Bla, bla, bla... bla, bla, bla... y más bla, bla, bla... ¿De dónde sacan las fuerzas? Y luego desayunan, y siguen hablando, y corren, y juegan, y suben y bajan, y se suben a las atracciones y hablan, y vuelven a correr y a perseguirse, y se pelean y se perdonan, y vuelven a jugar, y siguen hablando... y no paran, hasta que el propio cansancio que tú les inculcas, acaba con sus fuerzas.

Y al final el silencio, la paz, la tranquilidad... y te miras a tu pareja y dices:
  • Buenas noches
Qué es lo único que alcanza tu aliento a decir antes de cerrar los ojos para intentar descansar... 

Y aún así, en sueños, ellos vuelven a la carga, sus risas, sus besos, sus abrazos y sus caricias llenan esos momentos que aunque sean felices, hace tan solo unos días eran tuyos y soñabas con lo que a ti te daba la gana, o lo que tu subconsciente había vivido o quería vivir. Incluso eso llega a pertenecerles. Se apoderan de tus sueños y de golpe una manita te despierta y te dice:
  • Ya es de día, no tengo sueño.
Y tú te las arreglas, medio soñolienta para alcanzar a decirle, mientras ves las 06:00 en el reloj:
  • No es de día aún, aunque haya luz. Ven, duerme aquí conmigo.
Y consigues que vuelva a cerrar los ojos, al menos hasta que la vida comienza de nuevo en el exterior.

¡¡Dios!! ¡¡Qué cansado es esto de ser padre!!

¡¡Cómo os entiendo ahora!!

Slow life!!
También para esos pequeños monstruos, aunque no sepan lo que significa.

miércoles, 13 de julio de 2011

Gastronomía de Viena o que comer en la ciudad de los Austrias


Hay un dicho popular que dice que al hombre se le conquista por el estómago. Pensando en esa frase, y aunque antes se dijera con otro significado, pienso que tiene toda la razón del mundo y que al ser humano se le conquista con la comida.

En contra de todos los que dicen que somos lo que comemos y aquellos que comen para mantener el tipo, o que más bien no comen para mantenerlo, he de decir que a mi me gusta comer. Disfruto sentándome a una mesa bien preparada, con un bonito mantel, una buena vajilla y unas copas armoniosas, para disfrutar con los platos nuevos que puede sorprenderme un país al que visito por primera vez, mientras los riego con los mejores caldos, o en esta ocasión con nuevas bebidas que jamás había probado y que me sorprendieron gratamente.

Uno de los postres más típicos de Viena, como si no, es la Tarta Sacher... ¡¡Ayyyy que perdición!! Chocolate, más chocolate y una finísima capa de dulce de frambuesa... ¡¡¡Ñam, ñam!!!
Eso fue lo primero que fuimos a probar, aunque por suerte, en vez de pedir una porción "pequeña", (a todo lo llaman pequeño en Viena), nos decidimos por un "Sacher Cube", que es una porción de tarta en cubo que te presentan junto a una montañita de nata recién montada. ¡¡Espectacular!!! Casi estoy notando el suave sabor del chocolate negro volviendo a pasar por mi garganta...
Por cierto, supongo que la tarta Sacher se puede tomar en cualquier parte de Viena, pero el lugar al que fuimos es el que lleva el nombre de la tarta. La cafetería Sacher que se encuentra justo al lado del hotel con el mismo nombre, está en el número 4 de Philharmonikerstraße, muy cerca de la Ópera.


No tengo fotos originales, pues en cuanto nos sirvieron aquel pedazo de chocolate se nos olvidó todo. Os lo aseguro. Si os gusta el chocolate, la mejor noticia, es que tienen página Web y que te lo envían a casa en tres o cuatro días http://shop.sacher.com/

Siguiendo con la ruta gastronómica, con la ignorancia de la primera vez en Viena, y al haber comido la tarta a la hora que los austríacos comen, llegamos tarde a comer y tuvimos que conformarnos con hacerlo en un italiano, y mientras una señora que fumaba como un carretero me ahumaba la comida, (cosa que odio profundamente), me deleité con un plato de gnochis. Sólo mi cansancio y mi buena educación evitaron que me levantara para hacerle tragar el paquete de tabaco.

Normalmente con el tema del tabaco soy algo radical, pero entiendo que si estás en una terraza al aire libre puedas fumar lo que te venga en gana y entiendo que si son las cuatro de la tarde, una hora en la que en Viena no es normal comer, fumes mientras tomas una copa con tu pareja. Lo que no entiendo es que en vez de bajar el cigarrillo, lo mantengas en alto mientras ves como la dirección del viento lleva el humo hacia la mesa contigua, donde sí están comiendo, y lo que no entiendo es que en media hora escasa puedas fumarte hasta ocho cigarrillos que conté, encendiendo uno detrás de otro.

Bueno... corriendo un tupido velo, he de decir que durante esa comida probé el "Aperol", una especie de vermut naranja que toman mezclado con agua y que entra muy bien cuando el calor aprieta.

Por la noche y cayendo de nuevo en el problema del horario, cenamos en un restaurante típico en el que no me atreví a probar el plato típico de Viena, el Schnitzel, aunque me decanté por un salmón exquisito que acompañé con un vino blanco delicioso, (siendo mi plato favorito, sabía que nada podía salir mal), aunque al ser algo tarde, a las doce nos invitaron a abandonar el restaurante sin postre ni café.

Aquella noche tuve una experiencia muy reveladora. Nos dirigimos a una zona de bares que se encuentra en el barrio antiguo de la ciudad, subiendo escarpadas cuestas de adoquines de piedras, magníficas para mis pies ya doloridos que quisieron lucir tacones, y encontramos un lugar bastante agradable, con buena música, en el que pudieron ofrecerme una de mis bebidas favoritas, un cocktail llamado Cosmopolitan. Lo curioso y revelador, es que al servirme la copa tipo martini con la bebida, me dejaron la coctelera con el resto del cocktail a mi disposición, y así pagué una copa y me tomé cinco cosmopolitan que entraron en mi seca garganta como agua de mayo.
La experiencia reveladora es que me acabo de dar cuenta que es cierto lo que dicen de los catalanes, "la pela es la pela", (el dinero es el dinero), y de nuestra fama de tacaños, (aunque no es mi caso), pues en Barcelona, de una coctelera como aquella, sirven y cobran esos cinco cosmopolitan a cinco personas diferentes. Es una pena que no me quedara con el nombre del local, aunque estoy segura que sabría encontrarlo de nuevo.

El segundo día y ya más puestas con el horario de comidas vienés, nos dirigimos hacia el mejor lugar de Viena para probar uno de los más típicos platos austríacos, el "Wiener Schnitzel".
El lugar se llama "Filgmüller" y se encuentra en el número 5 de Wollzeile, un callejón muy al estilo austríaco que te transporta, si no haces caso de la multitud de gente que hay en hora punta, a la Viena del siglo XVIII.

El restaurante es un lugar sorprendentemente agradable, al que curiosamente, sólo vas a comer. Me explico: No pidas cerveza, ni coca cola, ni nada que no sea vino hecho por ellos mismos, o el segundo refresco más famoso en Austria por detrás de la Coke, el "Almdudler", una limonada de hierbas edulcoradas. La especialidad de la casa es el "Schnitzel", pero cuando vi que aquella escalopa de cerdo rebozada, (que no es si no eso), se salía del plato, y no es porque este fuera pequeño, si no que, por eso tiene fama el lugar, me decidí por algo más ligero pero igualmente típico y delicioso, un plato de "Gulash", que a pesar de ser de origen húngaro, pertenece ya a la cocina austríaca, por su pasado unido al imperio austrohúngaro, tan poderoso en un pasado no muy lejano.
Mmmmmmmm!!!!! Realmente delicioso y la salsa, acompañada del pan también hecho por ellos, suculenta... ¡¡¡Así es imposible hacer dieta!!!

La foto está sacada de la web, pues no me parece bien sacar fotos a alguien que está trabajando, pero es curioso porque realmente, ese es el camarero que nos sirvió y así de grande era el plato que a una de mis amigas sirvió.

Un plato de Schnitzel o uno de Gulash y ya está... ¿?¿? Si, si... No hay postre, ni café. A lo sumo una de las dos ensaladas que tienen para elegir, pero... ¿Qué más quieres? Allí se va a comer Schnitzel.

Vale, he de reconocer que para que yo pruebe un plato típico del lugar que visito, me ha de entrar por los ojos y que ha de ser algo verdaderamente especial y acorde con mis gustos. Por ello aquella noche mientras disfrutábamos del Film Festival en la Wiener Rathausplatz y aunque mi primera opción habría sido una ensalada griega de no haber sido por la cola que había, me decanté por un segundo plato de salmón, pero esta vez al estilo japonés, que cenamos de pie, mientras intentaba no hacer mucho el ridículo con los palillos, (aunque ya les estoy cogiendo el tranquillo).

Una de las mejores cosas que tiene Viena si vais desde el 2 de Julio al 5 de Agosto, es el Film Festival. Justo en la plaza del ayuntamiento, colocan una súper pantalla gigante y unas gradas donde puedes disfrutar de un espectáculo teatral, operístico, cinéfilo o musical, totalmente gratuito. No has de pagar nada, aunque la gran opción de comidas de todo el mundo, que están sutilmente colocadas en los alrededores, hacen imposible que no cenes en aquel lugar.
No sé si habéis ido alguna vez a la fiesta de la cerveza de Barcelona. Bueno, pues esto es algo parecido, pero cada barra te ofrece una comida diferente. China, japonesa, griega, vienesa, española y es muy bonito de ver, pues los camareros van vestidos al estilo de la comida que sirven. Además dispones de barras específicas de bebida como Martini, cerveza, sangría, mojitos...etc...etc... dónde puedes probar tu bebida favorita de un modo completamente diferente a lo que habías probado hasta ahora.
Y algo verdaderamente curioso. Te sirven en copas de cristal y en platos de porcelana y puedes llevártelos a donde quieras, incluso puedes ir al parque de al lado. No te cobran fianza, ni te dan un "cutre" vaso de plástico, y a cambio, sólo te piden que cuando acabes, dejes el vaso en el lugar indicado para ello, cosa que todo el mundo hace.

Bueno, pues después de cenar los delicioso trocitos de salmón acompañados de unas verduritas y un arroz blanco, mientras lo acompañaba de un Martini blanco con limón, nos aposentamos en una de los asientos de las gradas puestas para tal fin y disfrutamos de una opereta llamada "Das Land des Lächelns", (La tierra de las sonrisas), que aunque estaba completamente en alemán, pude llegar a comprender la historia lo suficientemente bien para disfrutar de ella.
Como el lugar cerraba a las doce y ya nos habíamos adaptado a su horario, pudimos después de disfrutar de la opereta, terminar la noche tomando el postre favorito del emperador Franz Joseph I, el "Kaiserschmarren", una especie de buñuelos de harina rotos, espolvoreados de azúcar glasé, que se toma con compota de manzana o frambuesa y que acompañamos con una bebida que se llamaba "Martini Royal mit Asti"
Y yo, que soy una enamorada del Martini, (no del vermut, si no del Martini), y que creía haber probado todas las diferentes versiones de esta bebida, descubrí una manera de beber mi bebida favorita totalmente diferente, y de una forma que he de mirar si en España puedo conseguir.
El Martini Royal se forma con una ½ de Martini Rosatto, una ½ de Martini Prosecco o Brut, una rodajita de naranja o limón, y hielo.

DE,       LI,       CIO,       SO... 

De veras... Muy, muy bueno.
Y si bien el "Asti" era la marca del champagne que usaron para juntar al Martini Rosato, en todas las recetas del Martini Royal, sale con ese nuevo Martini, el Prosecco o Brut, (que desconozco si existe en mi país), y que no sé si es una nueva versión de Martini o si simplemente, es champagne de esa marca.
He de investigar... Os dejo una foto oficial, por si alguien ha visto ese tipo de Martini, (no el rosatto, el otro), en España.

Bueno... y ya para acabar mi ruta gastronómica por Viena, y volviendo a llegar tarde para comer en cualquier sitio que se preciara, al día siguiente, último de nuestro viaje por tierras austriacas, acabamos en una taberna Australiana, comiendo yo, una hamburguesa de carne de canguro que estuvo saltando en mi estómago hasta que varias horas después, me sirvieron en el avión el "delicioso", (es ironía), sandwich de pollo caliente que cené por simple inercia, y para olvidarme de las numerosas turbulencias con las que me encontré en mi viaje de vuelta, cosa que no hizo si no agravar la fiesta en mi estómago, que aún a día de hoy, está intentando recuperarse.

De todo este viaje, me llevo muy buenos recuerdos. Grandes paisajes, palacios de ensueño, jardines imposibles, edificios magníficos, nuevos sabores, nuevas experiencias y largas conversaciones para compartir mi vida con quienes me acompañaron, que no son si no, la escasa gente que forma ya parte de mi más íntimo circulo de amistades.

Pero... y mira que he intentado quitármelo de la cabeza, hay una pregunta que insiste en salir a la luz. Algo que de veras quisiera que algún autóctono me contestase:

¿Es que los austríacos no saben lo que es la fruta?

Slow Life!!!

P.D: Hasta el próximo lunes dieciocho de Julio, que volveré con más historias.