jueves, 15 de septiembre de 2011

Todo es según el color del cristal con que se mira

Ya lo dijo el gran Ramón de Campoamor en su poema de 1846, llamado "Las dos linternas":

Y es que en el mundo traidor
nada hay verdad ni mentira;
todo es según el color
del cristal con que se mira.

Pues bien. Yo añadiría algo más. Los años te hacen cambiar el cristal por el que miras. Y quien dice los años, dice las experiencias vividas, los mazazos que te has llevado, las alegrías que has vivido y por supuesto, la gente con que has compartido todo esto.

Igualmente, aunque esto parezca bueno, el superar la tontería de darle importancia a las cosas que carecen de ella, tiene un subfondo oscuro al que podemos llegar si no tenemos cuidado.

Hablo del endurecimiento del alma y con ello me dirijo a aquellas personas que están tan de vuelta de todo que no hay nada que traspase su cada vez más pequeño corazón.

Algunos seguro que estarán pensando que en este mundo tan loco que nos ha tocado vivir, ya está bien que endurezcamos nuestro corazón para así vivir mejor sin que las cuestiones externas nos afecten.

Pero... Si perdemos nuestra capacidad de que las cosas nos hieran... ¿No estamos perdiendo un poco de nuestra propia humanidad? ¿No es eso lo que nos diferencia de los animales? Que nos afectan las cosas que ocurren a nuestro alrededor.

Es curioso que hago este acto de reflexión porque mi bendita conciencia se dio cuenta el otro día en que, por hacerme la dura, por demostrar que las cosas no me afectaban, (siempre con la idea de no preocupar a los que me quieren), fui un poquito cruel con una persona que estaba de "bajeras" y, aunque en ese momento no me di cuenta, mi mente, (que ya sabéis que piensa demasiado), guardó en mi corazoncito aquellos sentimientos para, una vez pasadas las horas, hacer saltar el resorte de la conciencia y decirme:

                - ¿No crees que te has pasado un poquito?

Cosa que hizo que tuviera que llamar a la persona en cuestión para pedirle perdón. Lo que sí que me faltó fue decirle que realmente las cosas que nos ocurren alrededor nuestro, no pueden coaccionar nuestra vida, ya que tú eres la única persona que decide que es lo que importa y que no.
Pero... Se ha de tener cuidado con lo que te deja de importar. No vaya a ser que te conviertas en una máquina.

Así que haciendo un acto de contrición, voy a intentar dejar que mi corazón salga más a la luz, dándole un descanso a mi mente, que bastante colapsada está ya.

Slow Life y no dejéis que la vida deje de importaros.

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