viernes, 10 de junio de 2011

Indemnizaciones para los socios de la CEOE


Jamás me han gustado los hombres con traje y corbata. Supongo que es algo que me quedó de mi infancia, pues absolutamente todas las amistades masculinas que mis padres traían a casa en las numerosas fiestas que ofrecían, llevaban siempre traje y corbata, y os aseguro que a pesar de esconderse detrás de ese uniforme de caballero, la educación era algo que a muchos les faltaba, al menos a los ojos de una niña que siempre era obligada a quedarse en su habitación, mientras los mayores disfrutaban de aquellas cenas.

Por ello, cuando mi madre insistía en que me fijara en tal o cual chico, (cuando empecé a tener interés por los chicos), y me instaba a que me juntara con el hijo de tal, que iba a ser abogado, el hijo de cual, que estaba estudiando empresariales, el sobrino de tal, que ya estaba en segundo de medicina, etc...etc... Yo, rebelde y revolucionaria, (ya sabéis lo de la generación X), siempre ponía mis ojos en el camarero de la esquina, en el guitarrista de aquel grupo que tocaba en la calle, en el amigo del novio de una amiga que llevaba el pelo largo, y que, transgresoramente, se había puesto un pendiente, (cosa que en los años ochenta), no era para nada normal, y de un largo etc... que en mi casa llamaban "poca cosa", "quisquilla" o "melenudos", cosa que incluso hizo que aún me fijara más en ellos, debido supongo a mi latente adolescencia, que dedicó gran parte de su tiempo a ir en contra de lo que mis padres me asesoraban.

Por eso, ahora cuando veo a un político o a un empresario, me sale un sarpullido que me exige mirar hacia otro lado. Yo no sé si esto, psicológicamente, debe tener algún nombre, (si no lo tiene, seguro que pronto lo tendrá), pero debe ser algún tipo de síndrome como, "Contra el hombre trajeado", o algo así, que podríamos resumir con las siglas CHT.

Y ya que hablamos de siglas... Hablemos de las siglas que dominan nuestro día a día.

Ya sabéis que al ser de letras, me pierdo algo cuando hablo de números, pero he realizado estas operaciones una y otra vez, y sigo sin entender, porqué unas minorías como las que aquí voy a presentar, están dominando nuestro mundo laboral. Me explico:

CEOE – Confederación Española de Organizaciones Empresariales
CCOO – Confederación Sindical de Comisiones Obreras
UGT – Sindicato Unión General de Trabajadores

Partiendo de la base de sus datos públicos, en los cuales estas asociaciones, están compuestas por:

CEOE – 1.000.000 de autónomos afiliados + 350.000 Empresas = 1.350.000 Afiliados, (más o menos)
CCOO – 1.219.345 Afiliados
UGT - 1.052.250 Afiliados

Si no me equivoco, esto hacen 3.621.595 Afiliados que son representados por estas asociaciones.

Si en España somos 46.152.925, de los cuales, más o menos deben haber 34.153.164 adultos de entre 18 y 74 años. Si a este número, le quitamos los afiliados de la CEOE, UGT y CCOO, quedan 30.531.569 españoles que no están afiliados a ninguna de estas asociaciones.

¿?¿?

3.621.595 versus 30.531.569. Simplemente ¡¡¡NO LO ENTIENDO!!!

Debo ser muy lerda, pero sigo sin entender como tres millones de personas representadas por sus distintas asociaciones, tienen el derecho de decidir los derechos de absolutamente todos los trabajadores.
Te guste o no. Estés afiliado o no. Trabajes o no. Es absolutamente increíble que una minoría así, pueda decidir los derechos de esa gran mayoría de trabajadores, que ni siquiera se preocupan por sus derechos.

Creo que es motivo suficiente como para ponernos a pensar.

Dicen que a cuantos más empresarios, más trabajadores en activo. En eso estoy de acuerdo y potenciar a los empresarios, siempre significará riqueza para el país, pero... ¿A que precio? ¿Trabajar para vivir? o ¿Vivir para trabajar?

Siempre he creído que un ser humano que decide liarse la manta a la cabeza y montar una empresa tiene mucho valor, porque pasa de tener un sueldo seguro, a tener que currárselo cada día. Yo, hace años lo hice, y tuve que cerrar por la cantidad ignominiosa de impuestos y autónomos que me pedían. Mi andadura por el mundo empresarial duró un año, pero, os aseguro que ojalá hubiera tenido la suerte de que hubieran acampado los del 15M cerca de mi tienda, por que si algo me ha dado la vida, es una gran imaginación y dotes para llamar la atención de los compradores. Ya os digo yo, que si sabes currártelo, de todo, de absolutamente todo, puedes hacer negocio, y os aseguro que yo no sólo no hubiera tenido "perdidas", si no que además hubiera tenido ganancias.

¡¡Indemnizaciones piden los de la CEOE!! ¡¡Por favor, señores!! ¡¡Qué se les está viendo el latón!! ¡¡Qué pululan sobre sus cabezas una ondanada de gaviotas, que no hay quien las esconda!!

Slow Life y un maravilloso y lamentablemente lluvioso, fin de semana.

P.D: Perdón. Ya sabéis que no me gusta mentir. Dejad que aclare que tan sólo hay cuatro hombres que me gusten cuando llevan traje. Brad Pitt, George Clooney, Richard Gere y Sean Connery. Pero es que hombres como ellos, hay muy pocos ;-)

jueves, 9 de junio de 2011

La generación perdida o también llamada X

Es curioso como el ser humano ha de catalogarlo absolutamente todo. Siempre estamos creando listas a las que pertenecer, grupos del que formar parte, clanes que nos identifiquen...etc...etc...

Yo me pregunto quién fue el primero en catalogar a la gente por la década en la que había nacido. No sé si es que estaría aburrido, o si sus inquietudes morales le estaban haciendo pensar en el camino que llevaba a la juventud a actuar de la manera que lo hacía. Pero supongo que el primero que nombró a los jóvenes como generación tal o cual, era familiar del que se inventó los nombres de las tribus urbanas de los años sesenta como los rockers, los mods o los hippies.
En esa ocasión dieron nombre a un grupo de personas que tenían un parecido estilo al vestir, que escuchaban música similar y que tenían iguales pensamientos o maneras de actuar.
Pero como toda primera idea, con el tiempo se corrompe y, aunque no sé de verdad, cuando empezó esto exactamente, un día, a alguien, se le ocurrió poner nombre a toda una generación de jóvenes.

La que yo recuerdo, y no por pertenecer a ella, es la "Generación X".
Así nos llaman a los nacidos entre finales de los sesenta y principios de los setenta y también somos o fuimos llamados la generación de la apatía o la generación perdida.

Resulta que todos los que pertenecemos a ella somos rebeldes e inconformistas, rechazamos cualquier tipo de religión o patriotismo y odiamos las tradiciones familiares e incluso formar una propia familia.

Si ellos lo dicen...

Dicen que esto es a causa de que lo hemos tenido todo. Desde la televisión en blanco y negro, hasta las más modernas pantallas led, y que hemos jugado tanto con unas simples canicas, o saltando a la comba, como con las más modernas consolas de videojuegos.

Yo no sé quien fue o quien es el que se inventa los nombres de las generaciones, pero si que sé, lo que en alguna ocasión he comentado en las páginas de este blog, que la publicidad muestra la sociedad del momento, y supongo que no debo recordaros que a principios de los años noventa, cuando la generación X se había convertido en joven, una marca de coches inventó un nuevo nombre para nosotros. Los JASP (Jóvenes aunque sobradamente preparados). La verdad es que sólo era un anuncio dedicado a la juventud de entonces para que compraran el coche, pero ese anuncio caló hondo, porque aunque la mayoría de los que nos identificamos con los JASP, no éramos tan guapos, ni tan preparados, ni por supuesto teníamos el trabajo de nuestros sueños, la mayoría de nosotros, teníamos esa rebeldía que hacía que dejaras el trabajo defendiendo tu propia personalidad.

Alguno puede preguntarse dónde está esa rebeldía que tanto asomaba en nuestra juventud. Yo no sé la de los demás, pero la mía sigue junto a mí y espero que por muchos años que cumpla jamás desparezca.

Según los expertos, los de la generación X pertenecíamos a la generación más preparada de la historia de este país. Muchos éramos universitarios y sabíamos idiomas, pero los bajos sueldos, la sobre abundancia de grados y los cambios sociales nos impedían llegar a donde pensábamos llegar. La mayoría seguíamos compartiendo piso, no teníamos coche, ni casa, ni hijos, y nos dimos cuenta muy pronto, que el futuro no estaba donde creíamos. Éramos jóvenes que nos encontramos con tal sobre saturación de universitarios que tuvimos que conformarnos con trabajos que nos convertían en lo que ahora llaman mileuristas. Estábamos mejor formados que nuestros jefes y manejábamos instrumentos informáticos que muchos de ellos desconocían, pero éramos sistemáticamente ninguneados y despreciados, sin poder acceder a puestos de superior retribución. No nos comunicábamos por los habituales medios de comunicación de masas, sino por Internet o móvil, medios que nuestros jefes no valoraban e ignoraban, éramos individualistas y carecíamos de conciencia de clase social. Algunos éramos víctimas de hipotecas abusivas y empleábamos casi todo nuestro dinero en ocio, dejando entrever, una cada vez más acusada inmadurez.

Puede que los que ahora no llegamos a la cuarentena o incluso los que la pasan, fuéramos así. Pero la vida, la sociedad y las necesidades que esta te impone, te muestran el camino que debes andar, aunque no quieras hacerlo, sólo para poder sobrevivir en la jungla de la sociedad moderna.

Por suerte, la época de los noventa pasó. En teoría y si nos remontamos a las distintas sociedades de jóvenes que comenzaron siendo rebeldes o hippies y que acabaron siendo yuppies, ahora deberíamos ser esos jefes no tan preparados, que no entienden las nuevas tecnologías y que miran con desprecio a la nueva juventud que viene.

Yo no sé vosotros, pero yo aún no trabajo en lo que deseo y no soy jefe de nadie, ni ganas. Sí, tengo un piso. Sí, tengo una hipoteca abusiva. No tengo coche ni hijos y puede que gaste la mayoría de mi dinero en ocio, lo que me convierte en una inmadura recalcitrante.

Pero que queréis que os diga, yo no tengo la culpa, pertenezco a la generación X, a la generación perdida, y como dice una de mis frases favoritas:

No es que yo sea mala, es que me han dibujado así.

Slow Life!!

miércoles, 8 de junio de 2011

Carta a la Señora Angela Merkel


Barcelona, a 8 de Junio de 2011

Estimada Sra. Merkel,

Tenía yo tan sólo once años cuando España entró en la Unión Europea.
Como comprenderá han pasado ya muchos años, y yo era muy niña, para recordar todo lo que se decía, pero si recuerdo que se alzaron muchas voces que exclamaban que no iba a ser un camino fácil para nuestro país, e incluso algunos osaban vaticinar que no iba a ser el mejor camino para nosotros.

Siendo al principio, uno de los países más pobres de entre todos los que formaban la Unión Europea, pronto nos acostumbramos a las ayudas que la gran Europa nos daba, ya fuera para nuestros campos, o para intentar equiparnos e igualarnos en cuestiones energéticas a otros países más ricos de esa unión.
El tiempo pasó y con ello la gran madre, abrió sus puertas a otros Estados hasta llegar a los veintisiete países que hoy la conforman. Por supuesto, España dejó de ser la más necesitada y muchas de las ayudas que habíamos recibido hasta el momento, fueron a parar a otros países que lo necesitaban mucho más.

Me va a usted a perdonar si me sale la vena patriota catalana. Pero como catalana que me considero, jamás me ha gustado que se me trate como país de tercera. Yo no sé si en verdad los catalanes somos diferentes a los españoles, o si este sentimiento es general, la verdad es que tampoco quiero ofender a nadie con mis palabras, pero esto de tener que recibir "ayudas" para poder equipararme a "los grandes", creo que no va conmigo.
Los catalanes estamos acostumbrados a perder, si. Pero a perder con dignidad. Con tanta dignidad, que somos capaces de hacer de una derrota, la celebración de nuestra diada nacional. ¿Por qué? Por que conseguimos que el pueblo, nuestro pueblo se alzara contra lo que en ese momento, para nosotros era el opresor. Si, perdimos. Pero perdimos con honor, con orgullo de defender nuestra tierra y con la esperanza de ser respetados como nación que nos consideramos.
¿Por qué saco este tema que para algunos es bien peliagudo? Porque estoy harta de sentirme la españolita que necesita la ayuda de Europa. Estoy cansada que alemanes y franceses, (y eso que ya sabéis que soy una enamorada de París y del modo de vida de los parisinos), nos miren por encima del hombro, como si fuéramos un país de tercera. Yo no sé si España está preparada para equiparse con los países más ricos de Europa, pero si que creo, que ya basta de llamar a las cosas por el nombre que no les toca.

Sra. Merkel. Su país la ha cagado. ¡¡Asumalo!! ¡¡No pasa nada!! Aunque sea usted alemana, y sea más lista, más trabajadora y más de todo que los españoles. Alguien de su equipo, se ha equivocado.
Y ya sabe lo que dicen: Rectificar es de sabios.

No haga que yo, como muchas de las mujeres que nos alegramos cuando subió usted al poder, nos avergoncemos de sus actitudes. Por favor, no sucumba usted también a creerse mejor que nosotros, (puede que así sea, pero disimule señora mía, al menos disimule y tenga algo más de tacto).
¿O es que acaso, quiere que veamos en esta equivocación una artimaña para hundir más la economía Española? ¿No será acaso que está buscando hundirnos en nuestro propio fango para tener que rescatarnos? Por que ya sabe usted lo que ocurre en un país rescatado, ¿No?. Que después son ustedes, los más ricos, los que deciden como se gobierna y que leyes, (sobre todo económicas), son aprobadas.

Dicen que usted quiere que se recorten las ayudas sociales, dicen que usted quiere que se recorten las vacaciones, dicen que usted quiere que trabajemos hasta más allá de lo inhumanamente reconocido. ¡¡Por Dios!! Pase usted por España he intente sobrevivir con los sueldos que recibimos. Yo quiero tener un sueldo alemán. Solo entonces aceptaré trabajar hasta más allá de los sesenta y siete y que se recorten mis vacaciones. Solo entonces aceptaré no tener pensión de jubilación y no tener ayudas para los más necesitados. Pero hasta que mi sueldo no sea el de un alemán, no puede exigir según que cosas a España. Porque señora mía, España tiene muchas carencias, pero le aseguro que no le falta identidad y si así fuera, nosotros los catalanes, tenemos identidad para dar y regalar, que otra cosa no tendremos, pero orgullo de nuestras raíces, (y eso que siempre se nos ha negado el reconocimiento a nuestra patria), de eso nos sobra.

Me pregunto de seguir por este camino, ¿Qué va a ser de Europa?

¿Sabe lo que más me gusta de Europa?
Mejor dicho... ¿Sabe que era lo que más me gustaba de Europa?
La libertad que se respiraba. Los aires de grandeza que teníamos al formar parte de una unión tan grande. Pero ahora me doy cuenta de que España, siempre será para usted y para los que se creen mejores que nosotros un país de tercera. Lo que me da por pensar que ya les va bien que España sea considerado uno de esos países pobres que se ha de rescatar, porque si no no tendrían un lugar donde el suelo es tan barato para ustedes, que pueden comprar super casas de veraneo que los españoles jamás podremos ni siquiera soñar.

Por otro lado. Sra. Merkel, la culpa no es suya, al menos no totalmente. Nuestro gobierno, y no hablo de socialistas o derechas, si no de todos en general, es el gran culpable de que se nos considere un país de tercera. Hemos aceptado ayudas cuando estoy segura de que no eran tan necesarias. Y ahora que se nos ha hecho tanto daño con el lío de los pepinos, llamamos ayudas a algo que no tiene ese nombre.

Por favor, tengan usted los "huevos" para exigir INDEMNIZACIONES, no AYUDAS.

Por que fueron ellos los que se equivocaron y no tienen que ayudarnos, si no indemnizarnos.

Atentamente,
Su más fiel servidora, la españolita de tercera. Para servirle a usted y a toda la unión europea.

P.D: Uli, si lees esto, no me lo tengas en cuenta. Pero es que la Merkel, es mucha Merkel y se está pasando con nosotros ;-)

martes, 7 de junio de 2011

El arco íris de la vida



No es que yo sea muy mayor, y por ello no me considero una persona experimentada, aunque no hace falta tener años para haber experimentado según que situaciones.

He de decir que soy una persona a la que no le gusta juzgar a los demás, puesto no creo ser nadie para meterme en la vida de otros, cuando a veces, incluso la mía, se me escapa dándome sorpresas inesperadas.
No me gustan las palabras como prejuicio, cotilleo, crítica, chismorreo. Creo que son palabras que normalmente son usadas por personas que creen estar por encima de los demás, sin darse cuenta que si hurgáramos en sus propias vidas, ellos serían los primeros en ser carne de cañón.

Puede que a alguien le parezca contradictorio que no me guste la crítica, cuando en alguna entrada de este blog he opinado severamente en contra de algún programa de televisión, algún escritor, o presentador. Pero creo, que ha estas alturas, la mayoría de los que leen mi blog, deben saber diferenciar entre la crítica y la opinión. Pues la diferencia básica entre estas dos palabras, es que la crítica jamás es constructiva, (por mucho que se empeñen en decirlo). La verdad es que la crítica es tan constructiva, como la envidia sana. Simplemente no existe. Y no existe, porque en este mundo se mal interpretan las palabras, dándoles significados que en verdad no tienen.

No puede haber una crítica sana, puesto quien critica, echa por suelo el trabajo de los demás. Lo que si hay, es opiniones en contra o a favor de las cosas. Y las opiniones enfrentadas, si que son opiniones constructivas, pues que alguien discuta contigo al tener una opinión diferente a la tuya, puede hacerte pensar en el tema en cuestión, con la visión del que mira desde el otro lado.

Retomando el tema que lleva el título de hoy. Hablaba de las opiniones y de la gran paleta de colores que hay en esta vida.
Creo que desde bien pequeña, no he entendido jamás a aquellas personas que piensan en blanco y negro. La verdad es que pensaba, que la mayoría de ellos eran personas mayores que no se adaptan a los nuevos tiempos, pero cada vez me hago más cruces, de ver que hay juventud, gente que esta formando su pensamiento, que sigue sin querer abrir su mente a las nuevas y numerosas tonalidades que existen en este gran mundo que es nuestro planeta.

Dicen que hay personas que viven su vida limitándose a imitar lo que han hecho sus padres, los padres de sus padres y sus antepasados. Sé que hay personas en este mundo que creen que la vida es hacer lo que les han enseñado. Crecer, casarse, traer niños al mundo, trabajar doce horas al día, irse de vacaciones en verano, volver al curro en septiembre, tener la típica depresión postvacacional que se ha de tener, seguir trabajando, llegar a casa, pasar rato con la familia, si se tiene tiempo, disfrutar de algún hobbie que cada vez más vas relegando en el olvido, pues tus obligaciones no te permiten perder el tiempo en él, ver como crecen los hijos, darles una educación, llegar a viejo, seguir trabajando, enfermar, sanar, seguir trabajando, y ya, cuando no sirves a esta sociedad, (según los expertos), jubilarte y vivir de una mísera pensión que casi no te permite pagar la casa que aún estas pagando, para llegar a ella esperando que tus hijos se acuerden de ti y te llamen alguna vez por semana, (como mucho), pues ellos siguen tu camino y tienen demasiado trabajo para acordarse de ti.

¿Esto es la vida? En este simple y triste párrafo se convierte nuestra existencia. Yo creo que no.

El segundo libro que leí en mi vida, (y que supongo marcó en mi, un camino a elegir), fue "El Clan del Oso Cavernario", escrito por la maravillosa escritora Jean M. Auel, (Os aseguro que aunque la película sea buena, no le llega ni a la altura de los zapatos al libro).
En ella se cuenta la vida de una niña Cromagnon que después de un terremoto, es encontrada por un clan Neanderthal y la llevan con ellos para criarla. Por supuesto ella es diferente a todos los demás, a parte de tener un cerebro preparado para pensar por si misma y no para imitar lo aprendido de los antepasados, que era el modo como vivían los Neanderthales. Ellos no experimentaban, no tenían la necesidad, en cambio la niña Cromagnon estaba ávida de conocimientos y necesitaba experimentar, vivir, descubrir, probar, equivocarse y aprender.

No sé si fue este libro o la gran libertad que tuve durante mi infancia, que sigo siendo esa niña ávida de conocimientos, que se niega a vivir como la sociedad dicta, que se niega a pensar que la vida es una sucesión de experiencias ya experimentadas por nuestros antepasados. Yo quiero vivir, quiero sentir, quiero saber, quiero experimentar y por supuesto quiero equivocarme para poder aprender de mis errores. Estoy dispuesta a abrir mi mente, a dejar entrar toda la gran paleta de colores que hay en este mundo, a no mirar por encima del hombro a los demás, a respetar sus ideas, por muy en contra que vayan de las mías, a discernir entre crítica y opinión.

El arco iris es inmenso. No creáis que todo es blanco o negro, y por supuesto, no penséis que tan sólo existen colores como el rojo, amarillo, verde o azul. Y cómo para muestra un botón, dejad que os instruya en algunos colores, que en verdad, hasta que no los he buscado, no sabía ni que existían.  

Aguamarina, cian, cobalto, turquesa, alabastro, magnolia, nácar, ópalo, sepia, alazán, castor, óxido, terracota, ámbar, azafrán, papaya, canario, leonado, mostaza, paja, camuflaje, cardo, cerceta, malaquita, musgo, añil, índigo, púrpura, arsénico, pizarra, borgoña, coral, escarlata, fucsia, rubí, zafiro...

Puede que para algunos sean simples nombres de una misma cosa, pero para mí, (y para espero muchos), son todas las posibilidades abiertas en un mundo que, señores y señoras, lo miremos por donde lo miremos, nos queda grande.

Slow Life!!

lunes, 6 de junio de 2011

Odisea o intentando dejar de pensar


¿Cómo debe ser NO PENSAR?
Creo que si realmente fuéramos conscientes de cómo pasa de rápido el tiempo, la mayoría de nosotros, nos volveríamos completamente locos.

Estamos ya en el mes de Junio, y me hago cruces al pensar que hace cinco meses que empecé este proyecto. Pienso si no se ha perdido la esencia de este blog al estar contando miles de cosas en sus entradas que no tienen nada que ver con la publicación del libro, pero al final, llego a la conclusión que en verdad, todo lo que cuento, son cosas que ahora mismo están ocurriendo, cosas en las que creo que es indispensable pensar, y ello hace que se conviertan en parte de esta Odisea.

¿Os habéis preguntado alguna vez quiénes sois y qué queréis de la vida?

El otro día descubrí que no es una pregunta que todo el mundo se haga. Yo pensaba que sí, pues desde pequeña, desde que tengo uso de razón que yo me hago esta pregunta una y otra vez, y supongo que como dicen en psicología, creemos que todo el mundo se parece a nosotros o a lo que nos rodea, cuando en verdad cada individuo es totalmente diferente al otro.

No creáis que es fácil vivir en un mundo como el que nos ha tocado, cuando este tipo de preguntas se albergan en tu mente. No lo es. Os lo puedo asegurar.

A veces quisiera ser mas simple, dejarme llevar sin querer controlar mi vida, aceptar las cosas que me suceden sin preguntarme si eso es lo que quiero. Quisiera adaptarme a lo que me ha tocado vivir sin querer cambiarlo. Quisiera ser, filosofando un poco, como las hojas de los árboles que aceptan ser arrancadas de las ramas, y mientras son mecidas por los vientos, se dirigen a lugares que ni siquiera sospechan, para ser depositadas en contra de su voluntad en algún lugar lejano y remoto para acabar secándose al sol, sin preocuparse si eso es lo que desean. Claro que de preguntárselo tampoco podrían cambiarlo, puesto que no tienen posibilidad de decidir.

¡Por Dios! ¡Qué chorrada acabo de escribir! ¿A quien le importa si una hoja es arrancada del árbol para ser transportada a un lugar que no desea?

¡No me hagáis mucho caso! Debe ser el día nublado que me acompaña hoy, que hace que piense en estas cosas tan raras.

¿Cómo debe ser NO PENSAR? Sé que hay mucha gente que lo hace. ¿Por qué yo no puedo dejar de hacerlo? ¿Por qué pienso tanto?

Los que me conocen dicen que eso es una de mis mayores virtudes, pero a veces, he llegado a creer que es uno de mis peores defectos. Si al menos pudiera decidir cuando pensar y cuando dejar de hacerlo, entonces si sería un don. Pero es algo que no puedo controlar. Supongo que por ello, siempre llevo una libreta conmigo, para apuntar mis pensamientos. Por ello supongo que escribo, porque necesito recordar lo que pienso, y a veces, algunas pocas veces, necesito compartirlo con los demás.

¿Acaso eso es ser escritor? ¿Transmitir esos pensamientos que turban tu día a día?

¿Sabéis lo que pienso? ¡Qué si eso es ser escritor, yo ya lo soy!

Y aunque quede mal decirlo, y lo digo sólo por todos los mensajes que recibo de vosotros, (que sois los únicos que podéis juzgar verdaderamente mi trabajo):

¡¡Soy una buena escritora!!

Sé que me queda mucho por aprender y estoy dispuesta a ello. Pero sé, que por muchas rocas que encuentre en mi camino, por muchas altas olas que enturbien mi navegación, por muchas tormentas que la vida ponga en mi viaje, sé que al final, esta Odisea, llegará a buen puerto.

Porque en definitiva, eso es una Odisea, un viaje épico, lleno de turbulencias, con final feliz.

¡¡Slow Life!!

viernes, 3 de junio de 2011

El mundo de los sueños

La entrada de hoy, se compone de dos partes.

Aunque son solo mi deseo de haceros reflexionar invitándoos a perder el tiempo con unos magníficos vídeos que deberían conectaros con vuestra capacidad de creer en otros mundos oníricos.

En este primer vídeo, los dibujos son de un magnífico dibujante de origen asiático llamado Kagaya Yutaka y la voz de una digna alumna de la escuela de Enya, de nombre Hayley Westenra, entonando una preciosa melodía de su disco Odissey.

Perder la capacidad de soñar

Con esta segunda entrada, solo quiero mostraros, que por mucho que nuestra mente pueda transportarnos a mundos de ensueño, solo tenemos que abrir los ojos para buscar esos mundos a nuestro alrededor. 

¿Qué será del ser humano si pierde la capacidad de imaginar, de soñar y de creer en lo que es increíble?

Yo no quiero saberlo.



Slow life... muchos besos y un fin de semana lleno de creatividad.

P.D: La voz que suena también es de Hayley Westenra, cantando una canción de origen japonés, llamada "Nada Sousou"