miércoles, 13 de julio de 2011

Gastronomía de Viena o que comer en la ciudad de los Austrias


Hay un dicho popular que dice que al hombre se le conquista por el estómago. Pensando en esa frase, y aunque antes se dijera con otro significado, pienso que tiene toda la razón del mundo y que al ser humano se le conquista con la comida.

En contra de todos los que dicen que somos lo que comemos y aquellos que comen para mantener el tipo, o que más bien no comen para mantenerlo, he de decir que a mi me gusta comer. Disfruto sentándome a una mesa bien preparada, con un bonito mantel, una buena vajilla y unas copas armoniosas, para disfrutar con los platos nuevos que puede sorprenderme un país al que visito por primera vez, mientras los riego con los mejores caldos, o en esta ocasión con nuevas bebidas que jamás había probado y que me sorprendieron gratamente.

Uno de los postres más típicos de Viena, como si no, es la Tarta Sacher... ¡¡Ayyyy que perdición!! Chocolate, más chocolate y una finísima capa de dulce de frambuesa... ¡¡¡Ñam, ñam!!!
Eso fue lo primero que fuimos a probar, aunque por suerte, en vez de pedir una porción "pequeña", (a todo lo llaman pequeño en Viena), nos decidimos por un "Sacher Cube", que es una porción de tarta en cubo que te presentan junto a una montañita de nata recién montada. ¡¡Espectacular!!! Casi estoy notando el suave sabor del chocolate negro volviendo a pasar por mi garganta...
Por cierto, supongo que la tarta Sacher se puede tomar en cualquier parte de Viena, pero el lugar al que fuimos es el que lleva el nombre de la tarta. La cafetería Sacher que se encuentra justo al lado del hotel con el mismo nombre, está en el número 4 de Philharmonikerstraße, muy cerca de la Ópera.


No tengo fotos originales, pues en cuanto nos sirvieron aquel pedazo de chocolate se nos olvidó todo. Os lo aseguro. Si os gusta el chocolate, la mejor noticia, es que tienen página Web y que te lo envían a casa en tres o cuatro días http://shop.sacher.com/

Siguiendo con la ruta gastronómica, con la ignorancia de la primera vez en Viena, y al haber comido la tarta a la hora que los austríacos comen, llegamos tarde a comer y tuvimos que conformarnos con hacerlo en un italiano, y mientras una señora que fumaba como un carretero me ahumaba la comida, (cosa que odio profundamente), me deleité con un plato de gnochis. Sólo mi cansancio y mi buena educación evitaron que me levantara para hacerle tragar el paquete de tabaco.

Normalmente con el tema del tabaco soy algo radical, pero entiendo que si estás en una terraza al aire libre puedas fumar lo que te venga en gana y entiendo que si son las cuatro de la tarde, una hora en la que en Viena no es normal comer, fumes mientras tomas una copa con tu pareja. Lo que no entiendo es que en vez de bajar el cigarrillo, lo mantengas en alto mientras ves como la dirección del viento lleva el humo hacia la mesa contigua, donde sí están comiendo, y lo que no entiendo es que en media hora escasa puedas fumarte hasta ocho cigarrillos que conté, encendiendo uno detrás de otro.

Bueno... corriendo un tupido velo, he de decir que durante esa comida probé el "Aperol", una especie de vermut naranja que toman mezclado con agua y que entra muy bien cuando el calor aprieta.

Por la noche y cayendo de nuevo en el problema del horario, cenamos en un restaurante típico en el que no me atreví a probar el plato típico de Viena, el Schnitzel, aunque me decanté por un salmón exquisito que acompañé con un vino blanco delicioso, (siendo mi plato favorito, sabía que nada podía salir mal), aunque al ser algo tarde, a las doce nos invitaron a abandonar el restaurante sin postre ni café.

Aquella noche tuve una experiencia muy reveladora. Nos dirigimos a una zona de bares que se encuentra en el barrio antiguo de la ciudad, subiendo escarpadas cuestas de adoquines de piedras, magníficas para mis pies ya doloridos que quisieron lucir tacones, y encontramos un lugar bastante agradable, con buena música, en el que pudieron ofrecerme una de mis bebidas favoritas, un cocktail llamado Cosmopolitan. Lo curioso y revelador, es que al servirme la copa tipo martini con la bebida, me dejaron la coctelera con el resto del cocktail a mi disposición, y así pagué una copa y me tomé cinco cosmopolitan que entraron en mi seca garganta como agua de mayo.
La experiencia reveladora es que me acabo de dar cuenta que es cierto lo que dicen de los catalanes, "la pela es la pela", (el dinero es el dinero), y de nuestra fama de tacaños, (aunque no es mi caso), pues en Barcelona, de una coctelera como aquella, sirven y cobran esos cinco cosmopolitan a cinco personas diferentes. Es una pena que no me quedara con el nombre del local, aunque estoy segura que sabría encontrarlo de nuevo.

El segundo día y ya más puestas con el horario de comidas vienés, nos dirigimos hacia el mejor lugar de Viena para probar uno de los más típicos platos austríacos, el "Wiener Schnitzel".
El lugar se llama "Filgmüller" y se encuentra en el número 5 de Wollzeile, un callejón muy al estilo austríaco que te transporta, si no haces caso de la multitud de gente que hay en hora punta, a la Viena del siglo XVIII.

El restaurante es un lugar sorprendentemente agradable, al que curiosamente, sólo vas a comer. Me explico: No pidas cerveza, ni coca cola, ni nada que no sea vino hecho por ellos mismos, o el segundo refresco más famoso en Austria por detrás de la Coke, el "Almdudler", una limonada de hierbas edulcoradas. La especialidad de la casa es el "Schnitzel", pero cuando vi que aquella escalopa de cerdo rebozada, (que no es si no eso), se salía del plato, y no es porque este fuera pequeño, si no que, por eso tiene fama el lugar, me decidí por algo más ligero pero igualmente típico y delicioso, un plato de "Gulash", que a pesar de ser de origen húngaro, pertenece ya a la cocina austríaca, por su pasado unido al imperio austrohúngaro, tan poderoso en un pasado no muy lejano.
Mmmmmmmm!!!!! Realmente delicioso y la salsa, acompañada del pan también hecho por ellos, suculenta... ¡¡¡Así es imposible hacer dieta!!!

La foto está sacada de la web, pues no me parece bien sacar fotos a alguien que está trabajando, pero es curioso porque realmente, ese es el camarero que nos sirvió y así de grande era el plato que a una de mis amigas sirvió.

Un plato de Schnitzel o uno de Gulash y ya está... ¿?¿? Si, si... No hay postre, ni café. A lo sumo una de las dos ensaladas que tienen para elegir, pero... ¿Qué más quieres? Allí se va a comer Schnitzel.

Vale, he de reconocer que para que yo pruebe un plato típico del lugar que visito, me ha de entrar por los ojos y que ha de ser algo verdaderamente especial y acorde con mis gustos. Por ello aquella noche mientras disfrutábamos del Film Festival en la Wiener Rathausplatz y aunque mi primera opción habría sido una ensalada griega de no haber sido por la cola que había, me decanté por un segundo plato de salmón, pero esta vez al estilo japonés, que cenamos de pie, mientras intentaba no hacer mucho el ridículo con los palillos, (aunque ya les estoy cogiendo el tranquillo).

Una de las mejores cosas que tiene Viena si vais desde el 2 de Julio al 5 de Agosto, es el Film Festival. Justo en la plaza del ayuntamiento, colocan una súper pantalla gigante y unas gradas donde puedes disfrutar de un espectáculo teatral, operístico, cinéfilo o musical, totalmente gratuito. No has de pagar nada, aunque la gran opción de comidas de todo el mundo, que están sutilmente colocadas en los alrededores, hacen imposible que no cenes en aquel lugar.
No sé si habéis ido alguna vez a la fiesta de la cerveza de Barcelona. Bueno, pues esto es algo parecido, pero cada barra te ofrece una comida diferente. China, japonesa, griega, vienesa, española y es muy bonito de ver, pues los camareros van vestidos al estilo de la comida que sirven. Además dispones de barras específicas de bebida como Martini, cerveza, sangría, mojitos...etc...etc... dónde puedes probar tu bebida favorita de un modo completamente diferente a lo que habías probado hasta ahora.
Y algo verdaderamente curioso. Te sirven en copas de cristal y en platos de porcelana y puedes llevártelos a donde quieras, incluso puedes ir al parque de al lado. No te cobran fianza, ni te dan un "cutre" vaso de plástico, y a cambio, sólo te piden que cuando acabes, dejes el vaso en el lugar indicado para ello, cosa que todo el mundo hace.

Bueno, pues después de cenar los delicioso trocitos de salmón acompañados de unas verduritas y un arroz blanco, mientras lo acompañaba de un Martini blanco con limón, nos aposentamos en una de los asientos de las gradas puestas para tal fin y disfrutamos de una opereta llamada "Das Land des Lächelns", (La tierra de las sonrisas), que aunque estaba completamente en alemán, pude llegar a comprender la historia lo suficientemente bien para disfrutar de ella.
Como el lugar cerraba a las doce y ya nos habíamos adaptado a su horario, pudimos después de disfrutar de la opereta, terminar la noche tomando el postre favorito del emperador Franz Joseph I, el "Kaiserschmarren", una especie de buñuelos de harina rotos, espolvoreados de azúcar glasé, que se toma con compota de manzana o frambuesa y que acompañamos con una bebida que se llamaba "Martini Royal mit Asti"
Y yo, que soy una enamorada del Martini, (no del vermut, si no del Martini), y que creía haber probado todas las diferentes versiones de esta bebida, descubrí una manera de beber mi bebida favorita totalmente diferente, y de una forma que he de mirar si en España puedo conseguir.
El Martini Royal se forma con una ½ de Martini Rosatto, una ½ de Martini Prosecco o Brut, una rodajita de naranja o limón, y hielo.

DE,       LI,       CIO,       SO... 

De veras... Muy, muy bueno.
Y si bien el "Asti" era la marca del champagne que usaron para juntar al Martini Rosato, en todas las recetas del Martini Royal, sale con ese nuevo Martini, el Prosecco o Brut, (que desconozco si existe en mi país), y que no sé si es una nueva versión de Martini o si simplemente, es champagne de esa marca.
He de investigar... Os dejo una foto oficial, por si alguien ha visto ese tipo de Martini, (no el rosatto, el otro), en España.

Bueno... y ya para acabar mi ruta gastronómica por Viena, y volviendo a llegar tarde para comer en cualquier sitio que se preciara, al día siguiente, último de nuestro viaje por tierras austriacas, acabamos en una taberna Australiana, comiendo yo, una hamburguesa de carne de canguro que estuvo saltando en mi estómago hasta que varias horas después, me sirvieron en el avión el "delicioso", (es ironía), sandwich de pollo caliente que cené por simple inercia, y para olvidarme de las numerosas turbulencias con las que me encontré en mi viaje de vuelta, cosa que no hizo si no agravar la fiesta en mi estómago, que aún a día de hoy, está intentando recuperarse.

De todo este viaje, me llevo muy buenos recuerdos. Grandes paisajes, palacios de ensueño, jardines imposibles, edificios magníficos, nuevos sabores, nuevas experiencias y largas conversaciones para compartir mi vida con quienes me acompañaron, que no son si no, la escasa gente que forma ya parte de mi más íntimo circulo de amistades.

Pero... y mira que he intentado quitármelo de la cabeza, hay una pregunta que insiste en salir a la luz. Algo que de veras quisiera que algún autóctono me contestase:

¿Es que los austríacos no saben lo que es la fruta?

Slow Life!!!

P.D: Hasta el próximo lunes dieciocho de Julio, que volveré con más historias.

martes, 12 de julio de 2011

Viena, la Capital del Imperio Austrohúngaro

Guten Tag!!!!

Os saludo en alemán en un martes de oscuro cielo que lleva amenazando lluvia desde que se ha levantado, con la resaca aún de un precioso viaje a Viena, y avisándoos de que las entradas de hoy y de mañana van a ser algo más largas de lo normal, pues van a ser las únicas de esta semana, ya que en mi afán y necesidad de vacaciones, me vuelvo a ir el jueves, esta vez a un destino secreto, del que no os voy a hablar, pues pertenece a mi intimidad familiar.

Si dicen de París que es la ciudad de la luz, se podría decir que Viena es la ciudad de los espacios abiertos, de los edificios suntuosos, del respeto y del Danke sehr / Bitte sehr.

Pero... dejad que comience por el principio:

Dicen que los escritores debemos viajar a los lugares para poder inspirarnos, aunque a mi modo de ver, si tienes una imaginación tan privilegiada como la mía, no hace falta viajar para que la inspiración aliente en ti una historia, que a veces incluso, es mejor que la propia realidad. Pero si hay una cosa que si he de reconocer, es que cuando viajas, puedes sentir algo que ni siquiera tus pensamientos podrían imaginar, y es el olor de los lugares.

Hay varias cosas que me sorprendieron de Viena. Lo primero su olor, pues en cuanto pisas el centro histórico, te embriaga el olor a dulce de la Tarta Sacher y del Kaiserschmarrn, (de los cuales hablaré mañana), pero el problema, es que, como sigues andando por el centro histórico, ese olor pronto termina para encontrarte con uno menos agradable, que es el olor a heces de caballo de todos los carruajes que aparcan en Michaelerplatz. Igualmente, he de decir, que es curioso como tu olfato llega a acostumbrarse, y pronto dejas de notarlo y vuelves a oler a dulce y postres, aunque me imagino la vida en esa, o en cualquier ciudad durante el siglo XVIII, y veo con acierto la invención de los perfumes como una necesidad para sobrevivir.

Volviendo a las cosas que me impresionaron de Viena... ¿Si te dijeran que puedes andar libremente por el metro o el tren sin tener que marcar el billete y sin tener que pasar por ninguna barrera cerrada, (aunque dispusieras de las maquinas para hacerlo), comprarías el billete?
Yo no sé si los vieneses lo hacen, lo que si sé es que no hay ni un solo control ni en el metro, ni en los trenes, y que la única “barrera legal“, (que nadie usa), es esta que os muestro en la foto.


Con lo cual, ni siquiera tuve que validar la tarjeta de transporte de 72h que me recomendaron comprar en cuanto mi avión aterrizara, cosa que no me molestó, aunque viera el poco caso que hacía la gente de la pobre máquina.
He de decir también, que durante todo mi viaje, no vi ni un sólo policía. Ni de tráfico, ni vigilando los edificios oficiales, ni siquiera en el parlamento, ni en el ayuntamiento. Ni militares, ni vigilantes. En estos tres días sólo vi a un tipo con pistola, y fue el vigilante de una joyería especializada en diamantes.
Pero... Es que lo más curioso es, que a pesar de la falta de vigilancia, no contemplé ni un robo a turistas, ni un trilero, ni una pelea en la calle o en el metro. No vi rateros, (viviendo en Barcelona, lamentablemente sé reconocerlos), sólo un mendigo al que inmediatamente los camareros hicieron fuera (siempre con respeto, eso si). La verdad es que por no ver, ni siquiera vi gente mal vestida, (a parte de los turistas japoneses).
¿Puede la sensación de sentirte libre enseñarte a comportarte o incluso inculcarte de que forma has de actuar? No lo sé, pero todos eran impresionantemente correctos.

Hubo muchas cosas que me impresionaron, pero he de destacar tres que lo hicieron sobre manera. Una, la gran cantidad de turistas árabes que había, (pero no de los que se ven en España, si no de aquellos que llevan a las mujeres tapadas, a las que no se les ve más que los ojos). La verdad y me vais a perdonar si no lo entiendo, y sin querer entrar en este tema, pero quedé muy impresionada de la cantidad de este tipo de turista y de lo poco que parece importarles a ellas tener que llevar esos sacos que las convierten en unos seres sin formas, siempre y cuando puedan llevar sus tejanos de marca debajo. 
La segunda fue, que no se puede hacer ni fotografías ni vídeo dentro de los museos. Como mi alemán es, no limitado, si no nulo completamente, me quedé con las ganas de preguntar porqué no se podía plasmar un recuerdo de los palacios donde vivió Sisí y el emperador Franz Joseph o sus congéneres, pero pronto salí de dudas, cuando comprobé que todas las ventanas estaban entornadas y que la luz dentro de las salas era bastante limitada, para proteger, sin duda, aquellos muebles, cortinas, ropajes, y demás utensilios, que a mi ver, eran completamente auténticos. Y recordé que por ejemplo en Versailles, la mayoría de muebles y utensilios, son réplicas de los auténticos, ya que durante la revolución francesa, el pueblo robó los originales, y muchos de ellos ardieron en las piras de la venganza. 
Lo que si me pregunté, es que diferencia al turista que va a Francia del que va a Viena, pues si bien no se podía hacer fotografías, no vi a nadie haciéndolas de “estrangis“, cosa que por ejemplo en París si que vi, por ejemplo fotografiando a la Mona Lisa de Da Vinci, cuando en verdad no se la puede fotografiar, o en alguna sala de los palacios donde a pesar de no poder hacer fotografías, vi incluso flashes disparados con muy mala leche. ¿Qué ocurre? ¿Qué el turista que va a Viena es más respetuoso? ¿Es que los Austríacos imponen más que los franceses? Yo eso no lo sé, pero la verdad es que disfruté mucho con este viaje, donde la gente se comportaba de un modo correcto en todo momento, sin que nadie se lo tuviera que prohibir o sin que nadie se lo tuviera que recordar. 
Por último, la tercera cosa que me impresionó fue la gran cantidad de obras que hay en la ciudad. Es una pena, y supongo que fue mala suerte coincidir con ellas, pero hay un montón de zonas de la ciudad que están cubiertas o levantadas. En la fotografía siguiente tomada desde lo más alto de la torre del Duomo de St. Stephans podéis comprobar a lo que me refiero, y eso, que sólo es una parte de todas las que hay.


Igualmente he de decir, que a pesar del bonito viaje, creo que Viena no está preparada para el turismo, o incluso, siendo sincera, podría decir, no para aquel que no sepa hablar alemán o inglés, entre el que me encuentro.
Todo está en alemán, por supuesto, pues es su lengua, pero, es que incluso en los restaurantes, como mucho, encuentras la carta traducida brevemente, (sólo los platos típicos), al inglés o al italiano, y los camareros sólo hablan además del idioma de su país, el idioma internacional por antonomasia, que es sin duda el inglés, (ya me lo decía mi madre que con el inglés puedes ir a todas partes), puede que le haga caso en próximas ocasiones, aunque creo que la ciudad debería adaptarse un poco más al resto de la Europa turística y sobre todo, deberían mirar las traducciones de las audio guias en español que dejan bastante que desear.

Supongo que en mi mente crítica siempre puedo encontrar algo que mejorar, pero eso no quiere decir que no sea tan solo mi opinión, ya que no puedo decir nada malo de Viena, a pesar de no entender su idioma. Por ello y para que no os pase lo que a mi, (que dependí en mi totalidad de una amiga que si habla alemán, puesto que es nacida en ese país), os dejo una breve guía de consejos y de cosas que ver y que no de esta preciosa ciudad.

Consejos para sobrevivir en Viena:

1º Llévate mucho dinero - Viena es una ciudad cara, (no tanto como París), pero casi roza sus límites. Además si quieres comprar los dulces típicos de la zona, pueden llegar a cobrarte unos treinta euros por una pequeña tarta, o quince por unos típicos bombones con la cara de Mozart en el papel.

2º Ves con poca ropa - Yo no sé si es que en Julio hace un calor extremo en esa ciudad, o si es que he cogido alguna ola de calor, pero hace un calor horrible y un bochorno aún peor. Eso si, coge una chaqueta, porque los aires acondicionados de tiendas, y sobretodo de los museos, (de algunos, que en otros te ahogas del calor), están altísimos.

3º Elige un buen calzado - Ni sandalias de tacones, ni bambas cerradas, (a no ser que quieras llegar al hotel con los pies encharcados, por el calor que hace). Un buen consejo es que te hagas con unas sandalias planas y abiertas o unas flip flop, que vale, si, no son nada elegantes, pero tienen sus ventajas.

4º Aprende palabras básicas - Pongo pronunciación y significado entre paréntesis:
Grüß Gott (Gruusgot – Hola. Modo informal)
Tschüß (Chuus- Adios. Modo informal)
Guten Tag (Se pronuncia como se escribe - Hola. Modo formal)
Auf Wiedersehen (Oufiderzen – Adios. Modo formal)
Entschuldigung (Se pronuncia como se escribe – Disculpe...) Se usa para disculparse o para preguntar algo.
Danke sehr (Dankeshen - Gracias)
Bitte sehr (Bitteshen - De nada. Contestación a Danke sehr)
Bitte (Se pronuncia como se escribe - Por favor)
Y para que no os deshidratéis:
Ein Wasser, bitte – Un agua, por favor.
Si hablas inglés tampoco tendrás ningún problema para que te entiendan.

5º No te preocupes si los austríacos no te sonríen - Creo que la palabra sonrisa no está en sus diccionarios, a no ser que hables alemán. Lo que no quiere decir que no sean correctos y respetuosos.

6º Acostúmbrate a sus horarios - Sobretodo si quieres cenar en lugares típicos, pues hacia las once, once y media de la noche cierran cocinas y hacia las doce cierran las puertas de los locales, (cosa que si vas a cenar tarde, evita que puedas hacer lo que en mi tierra se llama “el resupó“ (que no es si no quedarte hablando y charlando hasta tarde, mientras te tomas un licor).

Cosas que vi en Viena y me gustaron, (recordar que no hay fotos del interior):

El Palacio Imperial de Hofburg – Residencia de varias generaciones de emperadores. Se pueden visitar los salones imperiales y el museo de Sisí.

 Palacio de Schönbruun - Patrimonio de la Humanidad desde 1996. Es un imponente palacio utilizado como residencia de verano por diferentes familias reales. Tómate unas cuatro o cinco horas y visita los jardines. Verdaderamente impresionantes.

 
Palacio Belvedere. Alberga la galería de arte austríaco y muy a mi pesar y acostumbrada a visitar el Louvre, creo que se queda muy corto en obras de arte, pues a parte de “El beso“ de Klimt, los retratos de Winterhalter, y una obra de Franz Eybl, llamada “Niña leyendo“ (que aunque no pude fotografiar, os he buscado por Internet, para que podáis verla), no hubieron muchas más obras que me transmitieran algo verdaderamente especial.



Hundertwasser Kunstbauwerke (Edificio de arte de Hundertwasser) – Lamentablemente, a este artista se le compara con Gaudí. Siendo de Barcelona y a pesar de que es muy curioso el edificio, me parece una verdadera vergüenza la mera comparación, pero como para gustos está todo escrito, supongo que el tiempo pondrá a cada cual en su lugar.


El Duomo de St. Stephans – Realmente, vista una catedral, vistas todas, pero si queréis disfrutar de unas vistas magnificas sobre Viena y no tenéis vértigo o claustrofobia, debéis subir a las torres.

Cosas que dicen que has de evitar pero que a mi me encantaron:
El paseo en coche de caballos: Dos recomendaciones: Evita las horas de pleno sol y si no hablas alemán, con veinte minutos basta, pues el cochero te va informando, muy brevemente de las cosas que ves, pero le falta bastante para llegar a guía turístico. El paseo en si, te muestra cosas que ya has visto a pie, pero el traqueteo y el sonido de los cascos de los caballos cuando entra en los adoquines de piedra de las calles del centro histórico, te traslada por unos momentos a la Viena del pasado haciéndote sentir un poco, Sisí Emperatriz.

Cosas que me perdí pero que me hubiera gustado visitar:
La Opera de Viena – Existen visitas guiadas en alemán e ingles. Si quieres asistir a una opera de las buenas, te recomiendo reservar con antelación. El mismo día te puede salir carísimo y aunque son bastante respetuosos, delante del edificio, puedes encontrar al menos diez seudo Mozart vestidos de época, que intentan venderte tickets para la representación de la noche.
El parque Prater – Uno de los mayores parques de Viena que dispone de su propio parque de atracciones entre otras muchas cosas. Si quieres encontrar austríacos durante el fin de semana, dicen que este es un buen lugar.
El río Danubio – Sólo pude verlo de “resquillada“ durante el viaje en el Redbus y aunque no parece que la ciudad viva a su alrededor, (como París), parece que tiene mucho más que enseñar que lo que ha primera vista se ve. Al parecer existen paseos por el río que, aunque sólo fuera, para tener unas vistas diferentes de la ciudad, hubiera podido estar bien.

Cosas que vi y que pude evitar:
El paseo en el RedBus – Mucha calor. Esperas de veinte minutos a pleno sol. Lo único que vale la pena es el audio guia que va bastante al unisono con lo que estas viendo, pero si no te pones cerca de la ventana, no hay manera de conseguir buenas fotos.
La cripta de la Iglesia de los Capuchinos – Aquí están enterrados todos los Habsburgo. Antiguos y actuales. Es un cementerio tétrico, oscuro, algo terrorífico. Con un empleado muy raro que te mira algo babeante y con cara de trastornado, donde lo único que ves son féretros de hierro y mármol que parece que acaben de llegar. La verdad es que a parte de la tumba de Sisí, (que incluso tampoco), yo hubiera querido evitar esa visita.

Puede parecer que Viena no me ha gustado y nada más lejos de la realidad, aunque definitivamente, me quedo con París. Pero comparaciones a parte, he de decir que los palacios son impresionantes, los jardines eternos, y la ciudad está tan limpia que seguro que se te cae un papel al suelo y te dan remordimientos. La mejor parte por eso, la que os contaré mañana, pues tampoco quiero aburriros con una historia interminable sobre esta ciudad. Eso si, Viena es un lugar indiscutible para el Slow Life. No tengas prisa por visitarla, por las colas o por el servicio en los restaurantes, por que ante todo, están llenos de mucha calma. 

Langsam Leben!!
O lo que es lo mismo, Slow Life!!!

viernes, 8 de julio de 2011

El ser humano no puede vivir sin arte


Ahora que estoy a punto de volar a Viena, la ciudad por antonomasia de la música clásica y en consecuencia una de las más llenas de arte que podemos encontrar en Europa, me pregunto:
¿Qué es el arte? Y ¿Por qué el hombre ha necesitado desde sus principios plasmar sus sentimientos o su modo de vida para que estos sean recordados?

Viendo estas dos preguntas juntas, me da por pensar que realmente el arte es una manera de mostrar al mundo lo que siente el artista, su modo de vida y las personas que le han acompañado en su camino por la vida.

Supongo que los artistas no dejamos de ser algo egocéntricos. Queremos ser recordados, queremos que nuestro arte guste y queremos que, de alguna manera, nuestros pensamientos alimenten los sueños y las vidas de los que están por venir.

Y con eso, lo único que queremos es dejar una estela de nuestro paso por este mundo.

Pero... ¿Vale todo para ser recordado?

En mi más profundos pensamientos, creo que no.
Al menos, a mi no me gustaría ser recordada por haber sido patética, esquizofrénica, altanera, verdulera, (con todo el respeto a las maravillosas personas que trabajan en los mercados), histérica o simplemente pasota mascachiclés, por mucho dinero que mi cuenta corriente tuviera.

A mi me enseñaron que el honor y el respeto es lo único que tenemos, y es lo único que uno mismo se ha de ganar. No se consigue siendo soez, mostrando tus penas en público o vendiendo tu privacidad, pues una vez empiezas, ya nada puede parar esa vorágine de pseudo periodistas, que cuando no les das más carroña, acaban contigo tan fácilmente como una vez te ensalzaron.

A mi me daría vergüenza ganarme la vida de esa forma. Tanto estando en un lado, (cotillas tertulianos profesionales), como en el otro, (gente totalmente desconocida que vende sus penas o sus polvos en televisión).

No aguanto el cotilleo, no aguanto a los cotillas y no soporto a la gente que no se sabe comportar en según que sitios. Una de las frases que en mi infancia más me inculcaron fue:

"Allí donde fueres haz lo que vieres" y la verdad que es una gran frase que me ha servido durante toda mi vida para no desentonar en ningún círculo social por el que me he movido.

¡Qué pena que estas cosas ya no se enseñen! ¿Hemos perdido la capacidad de educar a los que vienen tras nuestro? Lo desconozco, pero de seguir así, la verdad es que no sé con que sociedad van a encontrarse nuestras nuevas generaciones.
¿Hemos perdido nuestros valores? O es que acaso ha cambiado tanto nuestra escala que hemos olvidado lo realmente importante, que no es si no, llenar nuestra alma y nuestro espíritu de arte, cultura y amor.

No sé que sociedad tendrá nuestro mundo en unos años. No sé si desconocerán quienes fueron Edgar Degas, Leonardo da Vinci, Claude Monet, Henri Gervex, François Gerard, Alexander Cabanel, Thomas Couture, Ary Scheffer, Gabriel Rosetti, Everett Milais, Franz Xaver Winterhalter, Augustin Pajou, Antonio Canova, Camille Claudel, Simone de Beauvoir, Germaine de Stäel o tantos otros y otras que dedicaron su vida al arte.

Yo lo único que sé, es que el ser humano no puede vivir sin arte. Sé que el mundo cambia a pasos agigantados y que si no cambiamos con él podemos quedar atascados en épocas pasadas. Pero... 
¿Qué queréis que os diga? ¿Un mundo sin arte? Yo no lo quiero.
Me niego a vivir sin poder sentir todo lo que me transmite la pintura, la escultura, un buen libro o una melodía ya sea clásica o moderna. Y me niego a que las generaciones que me siguen, al menos las que de alguna manera llevan mi sangre, desconozcan todo aquello que esos grandes y únicos artistas crearon para ser visto, para ser transmitido y para ser sentido y amado.

Si todos pudiéramos mirar con los ojos del alma una de esas obras de arte, si pudiéramos meternos en la mente de esos maravillosos escritores que el tiempo nos ha dejado, si pudiéramos escuchar las notas tal como las sintieron esos grandes músicos, o si tan sólo hiciéramos el esfuerzo para intentar valorar lo que querían transmitirnos, nadie podría vivir sin arte.

Slow life y sé que me repito, pero... llenar vuestras vidas de arte.

P.D: Volveré a escribir el martes, cuando vuelva de mi viaje por tierras Austriacas. Hasta entonces muchos besos y mucho amor.

jueves, 7 de julio de 2011

El entusiasmo del escritor y artista

Entusiasmo: Inspiración fogosa y arrebatada del escritor o del artista, y especialmente del poeta o del orador.

¡¡¡Ayyyyy!!! Este maldito entusiasmo... Creo que no voy a poder quitarmelo de encima nunca.

Sabéis que soy pro slow life, que creo firmemente en que si las cosas han de ocurrir, ocurrirán y que además que las cosas bien hechas, necesitan su tiempo. Pero a veces, cuando compruebas que puede que sí, que las cosas vayan a salir, el entusiasmo, el maldito entusiasmo, hace que exaltes tus expectativas o da rienda suelta a tu imaginación, quien se pasa el día exaltada, entusiasmada y exacerbada.

Supongo que eso es lo divertido de ser un ser humano, que no puedes controlar tus sentimientos...Aunque...

¿Queréis que os diga una cosa?
NO QUIERO CONTROLARLOS.

¿Por qué he de hacerlo? ¿Por quedar bien? ¿Para que los demás no vean mi interés y mi entusiasmo y así no puedan aprovecharse de el?

Recuerdo el día que vi por primera vez el piso en el que vivo. Era un edificio nuevo aún en obras, al que cualquiera hubiera dicho que no. Pero cuando entré por la puerta y los rayos del sol, que entraban por el ventanal que daba a la terraza pequeña me cegaron, supe que había encontrado el ático de mis sueños. Luego me enseñaron la gran terraza de arriba y en seguida me imaginé haciendo mis fiestas de blanco en ella. Me entusiasmé tanto, que la amiga que me acompañaba, me cogió del brazo y me dijo:
  • ¿Quieres parar de sonreír y de decir lo mucho que te gusta? ¿Qué quieres? ¿Qué te suban el precio?
Y yo no la entendí. Después de vivir un montón de años en un bajo oscuro y pequeño, podía acceder a mi sueño. ¿Por qué no iba a estar entusiasmada?

Pues con la novela, es lo mismo. Cualquier noticia, aunque esta sea pequeña y aunque las palabras sean escasas, hace que libere mi entusiasmo, sin ver que a lo mejor no debería sonreír antes de tiempo. Pero... ¿Qué le voy a hacer? Cuando persigues tanto tiempo algo, cualquier paso que te acerque a la meta que te has puesto, te alegra el día.

Y yo reivindico mi derecho a no esconder estos sentimientos. Yo soy así y así seguiré y nunca cambiaré, (los que fueron adolescentes en los ochenta ya saben a quien pertenece esta frase), y si me equivoco, o si la gente se aprovecha de mí, o si todo ese entusiasmo, al final queda en agua de borrajas, al menos, que me quiten lo bailao. 

Supongo que a estas alturas, nadie debe confundir, el que una esté entusiasmada por una buena noticia, con el ser gilipollas, ¿No? Además, lo bueno de ser entusiasta, pero no gilipollas, es que si te engañan, sólo te engañan una vez.

Me gusta ser entusiasta. Me gustan los entusiastas y me gusta recibir, de vez en cuando, noticias que fomenten ese entusiasmo, aunque luego tenga que seguir esperando estoicamente.

Puedo esperar. Soy joven, aún. Y sé que algún día ese entusiasmo volverá a través de, no una buena noticia, si no de la mejor noticia posible, y que ya no habrá quien lo pare.

Por cierto, y cambiando totalmente de tema:

Quiero dar las gracias a todos los lectores del blog y a vuestros comentarios, tanto en las entradas, como en mi facebook.

Yo nunca había escrito un blog, pero me han dicho que tener en siete meses casi cuatro mil visitas, es un éxito y quería agradecer este pequeño éxito a todos vosotros, que de vez en cuando, os caéis por aquí para leer lo que os cuento.

De veras, desde lo más profundo de mi corazón, muchas gracias por leerme.

Seguiremos en contacto. Slow Life!!

miércoles, 6 de julio de 2011

Como NO encuadernar un libro para el registro


Lo primero que he de decir, es que ayer no me olvidé de escribir, es que tuve un día tan rocambolesco, tan lleno de piedras en el camino, que no tuve tiempo para hacerlo. Aunque por otro lado, fueron tantas cosas las que me ocurrieron, que me han dado para resarciros y escribir la extensa entrada de hoy.

Lo segundo, es que el titulo de la entrada, realmente, debería ser:
"Vicisitudes de una Pro Slow Life, cuando quiere hacer las cosas de modo Fast Life"

Así que empezamos.:
Los que leéis el blog sabéis que escribo novelas, y que entre las muchas que tengo empezadas, he terminado una que creo que merece ver la luz. Sabéis que este blog empezó contando las peripecias de intentar publicar mi novela. Que si la parto en dos, que si auto-publico, que si la presento a concursos, que si la envío a editoriales... etc...etc... Bueno, retomando el tema y tal como veis en la foto de la entrada, (si, ese es mi hijo), ahora si puedo decir, que mi bebé ha nacido, (mamá quiérelo mucho, porque esto es lo más parecido a un nieto que te voy a dar).

Al final, después de todas las dudas, de todos los mareos y los dolores de cabeza, puedo decir que la novela, tal como está se queda, (al menos hasta que pase por una buena editorial que la comience a recortar).

Bueno, pues os diré, que a pesar de ser pro slow life, de tener mucha calma y de no ponerme nerviosa por casi nada, ayer tuve un día de perros. Parecía que cuanto más forzaba la cosa, más se torcía y la verdad es que he de agradecer a mi más querido amigo, compañero y héroe, que al final, pudiera conseguir hacer lo que quería, que era que hoy llegara la novela a donde tenía que llegar.

Todo empezó ayer a las 08'30h cuando me levanté. Siendo una enamorada del slow life, he de decir que en mis días libres, hago las cosas con tranquilidad, así que me tomo mi tiempo para ducharme y para desayunar bien, mientras veo las nefastas noticias que dan en el telediario.
Y también he de decir, que normalmente cuando quiero hacer muchas cosas en un día, me hago una lista para no olvidarme de nada, y así lo hice ayer. Y como el sábado me voy de viaje a tierras austríacas, quería aprovechar para hacer cosas que necesitaba para dicho viaje, cosas que por supuesto, también apunté en la lista.

La primera cosa que había apuntada en la lista, era:
  1. Imprimir tres ejemplares de la novela.
1er mazazo: Cuando la impresora llega a la página 738, ¡¡¡Puuufffff!!! Deja de funcionar. ¡¡¡Ahhhhhhh!!! ¡¡¡Dios!!! ¿Cómo no pude preverlo? ¡Qué nada! ¡Ni reiniciando, ni acariciándola, ni diciéndole cosas bonitas! ¡Nada de nada! Ella dijo: Ya no imprimo más y no lo hago.

Así que en la lista aparece un anexo junto al tercer punto, el cual decía así:
  1. Encuadernar los tres ejemplares de novela
    Anexo: Llevar el documento para imprimir las dos put... copias que no se han impreso.
Los más avispados, os habréis dado cuenta que he omitido el segundo punto.:
  1. Llevar pantalones a la yaya
He de decir que a pesar de los intentos de mi madre por enseñarme costura, soy completamente inútil en este arte, así que los bajos de los pantalones me los hace la yaya. No, no mi abuela, si no, una empresa que se llama la yaya costurera y que era a donde había de ir, antes de pasar por la empresa de encuadernación.

Bueno, pues en eso que, con mi carpeta y las páginas de mi niña, que me pongo en marcha a eso de las 11h, (en dos horas, me da tiempo de llegar al registro antes de las 13h que es la hora de cierre). Calculando... 11'20h cojo bus, 11'30 yaya, 12h Encuadernación... Como mucho a las 12'30h estoy en el registro, pues resulta que está muy cerquita de allí. Pero...

2º mazazo. A parte de que el bus llega más tarde de lo habitual, (cómo no en los transportes públicos de esta gran ciudad), resulta que a medio camino, el bus se pone de acuerdo con mi impresora y dice: ¡¡¡Puuufffff!!! ¡Aquí me quedo! ¡¡¡Uyyyyyy....son ya las 11'50h, tic, tac...tic, tac...!!! ¡Ya no llego a la yaya!... Y mientras espero relego este punto para el final.

12h Cojo otro bus que viene, por suerte, ha sido rápido, pero...

3er mazazo. ¡Caravana! ¿A las 12h? ¿Pero si ya no hay colegios? ¡¡¡Por favor!!! 40 minutos después de un trayecto con aire acondicionado a tope, que lo único que ha hecho es agravar mis síntomas de alergia al cambio de temperatura, (si, otro día os hablo de eso). Al fin llego al Work Center, quien como su buen nombre indica, es un centro de trabajo donde me encuadernan el ejemplar para el registro.

Y yo que me voy feliz de nuevo con mis páginas. Entro en el registro y con mi mejor de las sonrisas le digo al segurata que hay en recepción:
- El registro es arriba, ¿No?
Y cuando estoy a punto de empezar de nuevo a caminar, me dice, con un tonito que sólo se consigue juntando los morros y hablando como el Senyor Casamajor, (lo siento, a este, sólo los catalanes le conocemos):
- Senyoreta, senyoreta.... que vostè tingui pressa, no vol dir que pugui pujar així com si res.
(Que viene a decir : Señorita, señorita... Qué usted tenga prisa, no quiere decir que pueda subir así cómo si nada...) Muyyyyyy simpático el hombre. Y yo que sigo sonriendo, le doy mi DNI, y me excuso que no quiero que me cierren, y él que me dice, que estaban a punto de hacerlo, por supuesto, él no sonríe...

Y subo, y miran la novela, me hacen casi un tercer grado y me piden la fotocopia del DNI... ¡¡¡Uppppsss!!! ¿Foto...qué? Y por suerte que me encuentro con Naty, ahora ya mi amiga, que me dice que no me preocupe, que vaya a hacerla, y que ella me espera y que le diga al de la puerta, que mi amiga la Naty me espera y que me deje subir. Y me vuelvo a la calle trasladando el, ahora ya tocho, de un lado al otro. Ahora ya casi no sonrío, y hago la fotocopia, y subo, y al final, registro la novela.
  1. Registrar novela. ¡¡HECHO!!
Al fin, puedo tachar uno de los puntos. Y me vuelvo al Work Center. 

Siguiente objetivo: Imprimir y encuadernar los dos ejemplares que faltan.

4º Mazazo. Pongo la tarjeta en el ordenador y segura de que todo está bien, imprimimos 738 páginas a 0'18centimos la página...

¡¡Qué rápido va!! Me digo. Y en eso, cuando termina, que miramos una de las hojas y.... ¡¡¡¡¡Ahhhhhh!!!!! ¡¡¡Está TODO desconfigurado!!! Y los diálogos tienen un número 10 pequeñito donde tenía que estar el símbolo de la viñeta...
- ¡¡Uyyyy!! ¡Claro! Es que al pasarlo de Open Oficce a Word... - Me dice la vocecita de una muchacha vestida con camisa azul que está a mi lado con expresión de ¡¡Upsss!! -
- ¡¡¡Anda!!! ¿Y qué puedo hacer? - Pregunto un poco desesperada - 
Y me contestan:
- No te preocupes, te dejamos un ordenador, lo configuras de nuevo y lo imprimimos. Ya llegaremos a un acuerdo de precio con estas páginas erróneas -
- ¡¡¡Uffffff!!! - Exclamo -

Y en eso que me pongo a las 13'20h a reconfigurar la novela. No cuadra el índice, los diálogos se han de poner en su sitio, las letras están separadas... Vamos, un caos... Pero yo, tranquila, empiezo...

Capitulo 1...
Y pasa el tiempo, y mi estómago me avisa que es hora de comer, pero yo no le hago caso, voy por el capitulo 17 y son las 15h... Si no como, me da tiempo...

Tic,tac... tic, tac... Página 697... 16'30h... ¡¡Piiiiiiittttt....!! ¿Ese sonido sale del ordenador? ¿Qué ha pasado? ¡¡Han desparecido las herramientas del Word!! ¡¡Ahhhh!! ¡¡Uffff!! Han vuelto, pero... ¿Por qué no puedo escribir? ¿Por qué hay una ruedecita donde debería estar el puntero? Tic,tac... tic,tac...

- Señorita... ¿Puede mirar que ha pasado? - Pregunto a otra chica con camisa azul -
- Bueno, a veces se bloquea, espera unos minutos... - Me contesta mientras sigue trabajando -

Tic,tac...tic,tac... Esto no se mueve.

- ¿Qué hacemos? - Le pregunto haciéndola partícipe del problema -
- ¿Has guardado? - Me contesta, preguntando -
- Mmmmmmm.... Si, creo que si... al menos una vez... seguro – Exclamo dudando -

Cerramos, abrimos de nuevo el documento....

¡¡¡¡AHHHHHHHH!!!!
NO,                     SE HA,                        GUARDADO,                 NADA.

Vuelve a estar todo desconfigurado y además los dieces de las viñetas, se han convertido esta vez, en espacios, que dejan los diálogos pegados en el margen derecho de la novela.

Snffff...snffff... Esto es desesperante. Mi estómago ruge. Le digo: -¡¡Callate!!

Las 17h. ¿Plego velas? (esto quiere decir, algo así como: ¿Lo dejo estar?) Y entonces, mi héroe me llama: Se lo explico todo y me dice: Empieza de nuevo, salgo del trabajo y te vengo a buscar... Y eso me alienta de tal manera que lo hago.

Capitulo 1.

Tic,tac... tic,tac...
20'30h. Llega mi héroe, (si, él también viene en bus), y sólo su presencia, me llena de nuevo de energía.

Tic,tac... tic,tac... Página 738... Entre risas, ojeras, hambre... mucha hambre, y un dolor de espalda horrible, termino de configurar al niño. LO GUARDO. Y ya desesperanzada, dejo que impriman dos copias y las encuadernen. Por supuesto, una es para mi héroe, creo que se la merece.

Son las 21h. Llevo en ese lugar 8h metida. ¿Hay partos de 8h? Lo desconozco.

Por supuesto, no he ido a la yaya... y por supuesto, no había contado cuanto me costaban las impresiones. Dos ejemplares, 1476 páginas + 1 ejemplar erróneo 738 páginas más. Total 2214 páginas, por 0'18 céntimos.... ¡¡¡¡¡AHHHHHH!!!!! ¡¡¡Dios!!! Encima el parto me sale carísimo... Ni que hubiera ido por la privada. Pero como bien dicen mi héroe y mi madre, lo que ha de salir bien, saldrá bien.

Las chicas del Work Center una maravilla, el trato fantástico, y el acuerdo de precio, perfecto para una mileurista como yo. Existen las buenas personas. Ves, mamá siempre tiene razón.

Así que, a pesar del nefasto día, en verdad esto forma parte de mi odisea. ¿Recordáis lo del viaje lleno de piedras en el camino con final feliz?
Espero que ahora, los dioses, (por seguir con lo de la mitología), me lleven a buen puerto y al final, pueda llegar a mi destino, que sólo es poder compartir con todos vosotros este hijo que he parido, desde el principio. Que alguien crea que puede ver la luz, y que vosotros podáis compartir muy pronto conmigo, su vida y su Odisea por su particular, diferente e interesante mundo.

Ahora si. Más que nunca... SLOW LIFE!!! Por favor...

lunes, 4 de julio de 2011

Psyché ranimée par le baiser de l'Amour


El otro día, hablando con una de mis sobrinas, me dolieron tanto los oídos cuando me dijo que en Internet a esta gran obra de arte, que ya sabéis que es mi favorita, le llamaban "El beso", que me dije que debía defender al maravilloso Antonio Canova, para que los incultos y la televisión no destrozara lo que él tardó años en crear.
Si, sé que mi blog no tiene una difusión tan importante como la propia tele basura, pero espero que esta entrada de hoy llegue a todos aquellos que creen que esta obra se llama "El beso" o como he oído por ahí, "Ángel y Demonio".

Para todos los que quieran saberlo, el nombre original de esta obra es:

"Psyché ranimée par le baiser de l'Amour"

La verdad es que no sé como han podido coger esta obra de arte para ser la portada de una serie de televisión, aunque si he de decir la verdad, tengo ganas de escribir un mail al Louvre para saber si esa cadena de televisión o la productora que está detrás de la serie, tiene los derechos de imagen para poder coger esa obra de arte y mancharla de esa forma.

Espero que a los que han decidido leer la entrada de hoy, les gusten mucho las historias mitológicas y leer, porque como maravillosos relatos que son, si quieres conocer la historia al detalle, la mitología griega, es bastante densa y como quiero ir mostrándoos las diferentes obras de arte que se han inspirado en esta bella historia, la entrada de hoy es bastante más extensa de lo normal, pues he querido contaros la historia entera, para que así podáis conocer a Psyché en toda su magnitud.

Tras leer su historia, una cosa puedo aseguraros. Ni Eros era un ángel, (aunque los romanos lo convirtieran en un rechoncho niño con alas), sino un bellísimo dios griego, ni Psyché un demonio, (si no una bellísima muchacha que se convirtió en una diosa griega).
No sé porque las generaciones modernas, tienden a coger la historia pasada, el arte y la cultura para destrozarla haciendo llegar a nuestra juventud falsos mitos. ¿Cuántas veces he dicho que dejen nuestra historia antigua en paz? No inventen falacias señores míos, tan sólo para hacer llegar sus pobres series de televisión, a un público, el cual la mayoría, no pisará jamás el Louvre.

Por cierto, a aquellos que han llamado "El beso" a esta escultura, solo decirles que en mi pobre cultura artística, sólo conozco dos obras llamadas así, la de Auguste Rodin y la de Klimt, que os dejo a continuación.


Y ya por fin. La historia de Eros y Psyché, aquella que inspiró al gran Antonio Canova para dar vida a ese pedazo de marmolina blanca, transformándola en puro sentimiento de amor y pasión.

En las historias mitológicas de la antigua Grecia, Afrodita, era conocida como la diosa de la belleza y del deseo sexual, siendo de entre todas las diosas del Olimpo, por supuesto, la más bella.
Pero hubo un tiempo, donde los reyes de esa nación, osaron proclamar a los cuatro vientos que su hija menor, Psyché, era tan bella que superaba con creces a la mismísima Afrodita. La diosa por supuesto, estaba muy por encima de los comentarios de los humanos y no hizo caso a esa blasfemia, hasta que el pueblo griego y de sus alrededores empezaron a visitar a la princesa, dejando de ir a los templos erigidos en favor de Afrodita.
Ayyy.... aquello si que no podía tolerarlo la diosa, y envió a Eros, su propio hijo, dios del amor, para que hiriera a Psyché con una flecha en el corazón y se enamorara del primer ser mísero y desgraciado que pasara, teniendo así un matrimonio infeliz y desdichado.

El tiempo pasó, y Psyché creció convirtiéndose en una bellísima jovencita que era muy infeliz porque todo el pueblo la adoraba como una diosa, y ningún joven osaba acercarse a ella para proponerle matrimonio. Mientras sus dos hermanas mayores ya estaban casadas y tenían casa propia, ella seguía en el hogar paterno, desdichada y sola.
Viendo la soledad de su hija, el rey empezó a preocuparse y preguntó al oráculo de Apolo que debía hacer con su hija menor. La respuesta fue aterradora, pues este le dijo que debía conducir a la muchacha, vestida de novia hasta la cumbre de una alta montaña, para entregarla a su esposo, quien no sería un hombre mortal, si no un monstruo venenoso. Sus padres obedecieron al oráculo, y entre lloros condujeron a su hija a la montaña, donde la abandonaron a su suerte, sabiendo que estaba siendo castigada por Afrodita.
Mientras Psyché esperaba temerosa, una brisa suave empezó a mecer sus vestiduras hasta que Céfiro, el viento del oeste, la alzó entre las nubes llevándola hasta la puerta de un precioso palacio de cristal. Aunque el palacio estaba completamente vacío, manos invisibles y voces gentiles le servían cada día los mejores manjares, las mejores vestiduras y las más ricas joyas para que no le faltara de nada, mientras tocaban dulces melodías en su honor.
Una noche, en mitad de la oscuridad, una persona no un monstruo, la despertó. Era su esposo, al que no podía ver a causa de la negrura del cielo. Desde aquel momento, él venía cada anochecer para amarla, aunque desaparecía siempre antes del alba. Así, Psyché empezó a enamorarse irremediablemente de alguien a quien no había podido ver jamás.

Los meses pasaron y su esposo, una de las noches, advirtió a su mujer que sus hermanas la estaban buscando, pero que no debía hacerles caso. Pero a la mañana siguiente, cuando ella escuchó sus llantos mientras la llamaban, pidió a Céfiro que las alzara al palacio, pues deseaba compartir con ellas su estado de buena esperanza. Cuando sus hermanas vieron las ricas vestimentas, sus joyas y todos los tesoros del palacio, la envidia cubrió sus corazones y los celos hablaron por su boca:
"¿Qué aspecto tiene tu esposo?" - Le preguntaron con tal insistencia, que Psyché tuvo que admitir que jamás le había visto. A lo cual sus hermanas, viendo una posibilidad de arruinar su matrimonio, le dijeron: "¡¡Es un monstruo!! Por eso no se muestra ante ti. Psyché, ahora estás embarazada y todos saben que el manjar predilecto de los monstruos son las mujeres encinta. Sólo está esperando a que el bebé crezca para comeros a los dos. Tienes que matarle antes de que eso ocurra".

Y Psyché confiando en sus hermanas mayores se creyó esa historia y aquella noche, cuando su esposo se quedó dormido, encendió una lámpara para ver su rostro, encontrándose con el bello cuerpo y la preciosa cara de Eros, hecho hombre, por supuesto mucho más apuesto de lo que podía llegar a ser cualquier mortal.
Al verlo, la muchacha no pudo más que intentar besarle, con tan mala suerte que se pinchó un dedo con una de las flechas que descansaban junto a su esposo, haciendo que se enamorara locamente de él, un amor que perduraría por siempre jamás. Al intentar besarle de nuevo, una gota de aceite hirviendo de la lámpara, se deslizó cayendo sobre el hombro de Eros despertándole. Él, asustado, alzó el vuelo desplegando sus alas, para dejar a su esposa allí, pero ella se aferró a él con tanta fuerza, que Eros se la llevó volando, hasta que las fuerzas de Psyché flaquearon y cayó en medio de un bosque, quedándose sola, pues Eros debía volver con su madre para que le curara la herida.

En su camino, la muchacha desdichada y abandonada, (momento que recoge la escultura de Augustín Pajou, que adjunto), intentó ahogarse en un río, pero este, reconociendo a la esposa de Eros, no se lo permitió. Desesperada pidió ayuda a la diosa Hera, (diosa del amor conyugal), y a la diosa Démeter, (diosa de la fecundidad), pero ninguna de las dos quería ofender a Afrodita y le negaron su ayuda.

Cuando Afrodita se enteró que Eros, en vez de atormentar a Psyché, se había enamorado de ella y le había dado un hijo, enfureció de tal manera que volcó toda su furia en la muchacha, y cuando la encontró lo primero que hizo fue azotarla, aunque su venganza se compondría de cuatro trabajos que ella debía realizar, aunque la diosa sabía que ningún ser humano podría llevarlos a término.

En primer lugar, cogió varios puñados de todas las semillas existentes, los mezcló entre sí y los arrojo al fuego diciéndole que debía seleccionarlos antes del anochecer, o que si no, sería nuevamente fustigada. Psyché se puso a llorar sabiendo que ese trabajo era imposible, pero entonces una legión de hormigas que pasaba por allí, dijo: La esposa de Eros necesita nuestra ayuda. Y comenzaron a seleccionar los granos, estando todos separados y ordenados en pilas al anochecer.

Afrodita llena de ira y sabiendo que alguien la había ayudado, le dijo:
Tu segundo trabajo será traerme un puñado de lana brillante de las ovejas doradas que pastan en el campo.
Parecía sencillo, pero a la mañana siguiente, cuando Psyché llegó al campo, se encontró que esas ovejas tenían largos y afilados cuernos. Iba a cruzar el arroyo para llegar a ellas cuando un junco que estaba cerca del agua le dijo: ¡Cuidado! Las ovejas son muy violentas y te embestirán y si sobrevives, te morderán con sus dientes venenosos. Sólo son peligrosas mientras el sol brilla pues sus rayos reflejados en su lana las irrita, si esperas al anochecer, ellas estarán calmadas, y podrás coger los puñados de lana que han quedado atrapadas en los espinos.

Aquella noche, Afrodita se enfureció aún más cuando Psyché apareció con el puñado de lana, y le puso un tercer trabajo:
Deberás ir hasta el río Estigia, el río de la muerte y traerme un poco de agua, pero quiero que el agua sea del centro, no de la orilla.
Cuando la muchacha llegó al río, vio que la intención de Afrodita era matarla, pues este estaba flanqueado por dragones feroces. Entonces contempló la idea de volver a quitarse la vida y cuando estaba a punto de echar a correr hacia los dragones, el águila de Zeus la vio, y recordó que Eros la había ayudado en una ocasión, y arrebatándole la jarra de las manos de la muchacha, se dirigió al centro del río, la llenó de agua oscura y se la entregó a Psyché.
Afrodita estaba iracunda cuando recibió el agua, pues se dio cuenta, que aún temiéndola, todos ayudaban a la muchacha de alguna u otra manera, y decidió encomendarle otro trabajo que supondría una muerte segura para ella, pues era conocido por todos, que los seres humanos podían descender al inframundo, pero que nadie podía regresar de el. Así que Afrodita ordenó a Psyché que visitara a la reina Perséfone para pedirle que le entregara parte de su belleza. Una vez más, la muchacha pensó en suicidarse, pues ese era el camino más rápido para llegar al inframundo, y empezó a subir los peldaños de una torre para lanzarse al vacío, pero en esto que la torre le hablo y le dijo: No desesperes, puedes bajar al submundo y volver con vida si haces lo que te digo. Has de llevar dos pasteles de cebada y dos monedas. Los pasteles son para el perro de tres cabezas, Cerbero, quien despedazaría a cualquier que quisiera cruzar el camino si no le das de comer, y las monedas son para Caronte, el barquero que te cobrará por cruzarte de una a otra orilla del río Estigia. Sobre todo, no debes hacer caso a nadie, ni siquiera si te piden ayuda, pues eso hará que pierdas los pasteles. Si haces todo esto, Perséfone te entregará la caja de la belleza, y tú podrás volver con vida. Una última advertencia, nunca debes abrir la caja.

Psyché hizo lo que la torre le había dicho y bajó al inframundo, donde se encontró con un hombre que cargaba madera en un burro y que le pidió ayuda. Ella pasó de largo. Mientras cruzaba el río en la barca de Caronte, vio a un anciano ahogándose, pero ella permaneció sentada en la barca. Afrodita no dejaba de enviarle víctimas desvalidas para tentarla, pero incluso viendo morir a unos niños, la muchacha recordó que no debía ayudar a nadie.
Al final, llegó hasta Perséfone quien le entregó la caja. Pero en el camino de vuelta, cuando Psyché ya había pasado a Cerbero y Caronte la había cruzado al otro lado, la muchacha se imaginó otra vez al lado de Eros, y deseó tener un poco de la belleza de Perséfone y abrió la caja viendo que estaba llena de aire del inframundo el cual ella respiró, cayendo al suelo agonizante justo cuando sus pies tocaron la tierra.

Eros, que ya tenía la herida sanada y que vio como Psyché caía, voló hasta ella justo a tiempo de extraer el aire envenenado, (este es el momento que recoge la famosa estatua de Canova), y enfrentándose a su madre, llevó a su esposa delante de Zeus, a quien pidió que la convirtiera, junto a su hijo en dioses. Este accedió a su petición, pues nada podía negarle al hijo de uno de sus hijos, y ofreció Ambrosía, la bebida de los dioses a Psyché, cosa que la volvió inmortal, a ella y al bebé que portaba en sus entrañas.

La muchacha abandonó su vida de princesa terrenal, convirtiéndose en una de las diosas del Olimpo, como diosa de las almas o de la mente fría y para que pudiera seguir a Eros, Zeus la dotó de unas alas, pero en vez de ser emplumadas como las de su esposo, eran unas bellas alas de mariposa, para que pudieran volar juntos por toda la eternidad, junto a su hija Hedoné, (diosa del placer).

A parte de historias magníficas relatadas por fantásticos escritores con una imaginación que ya no existe, es curioso como hasta nuestros tiempos han llegado los nombres de los protagonistas de esas fábulas como raíz de multitud de palabras que usamos a menudo, (erótico, hedonista, afrodisíaco, psicoanálisis...etc...etc...).

No permitamos que la tele basura mancille esas historias, renombrando el arte de Canova con mentiras y falacias, por favor. Y por supuesto:

Slow Life. Llenar vuestra vida de arte y sabiduría.

viernes, 1 de julio de 2011

Síndrome de Cushing

¡¡Adiós Boby!!


La verdad es que hoy tenía preparada una preciosa historia sobre mitología griega, pero a veces, y aunque sabéis que no me gusta hacer las cosas porque se han de hacer, en contadas ocasiones, en situaciones muy especiales, claudico para hacer lo correcto, sólo por el amor que siento hacia la persona a quien va dirigida la entrada de hoy.

Así que aplazaré mi apoteósica historia griega para dar paso a la triste historia de la muerte de Boby.

Realmente, Boby se marchó al cielo de los perros hace tres días. Puede que alguien crea que he tardado demasiado en escribir sobre él, pero se ha de tener en cuenta que por mucho cariño que le tuviera, no era mi perro. No le vi nacer, no compartí con él sus primeros días, no le di el biberón, ni siquiera tuve que reñirle porque royera las patas de la silla o porque se comiera mis zapatillas, como en el caso de Durc.

Supongo que cuando más apegado estás a un bichito como este, más te duele su muerte. Pero, si al final me he decidido en escribir esta entrada de hoy es por mi madre.

Boby si era su perro. Bueno, imaginad si era suyo, que ella le llamaba sus zapatillas, porque le seguía a todas partes. Que ella iba a la cocina, él iba detrás por si caía algo mientras ella cocinaba, que ella se iba al sofá, él detrás por si era recompensado con alguna caricia, cosa que era muy usual. Si mi madre salía al jardín, él detrás, tan sólo por el mero hecho de estar con ella. Así toda una vida detrás de mi madre sólo por tener sus caricias, sus mimos y su amor durante catorce años, hasta que tuvo que enfrentarse a una enfermedad bastante desconocida, al menos para mí.

El síndrome de Cushing dijeron que tenía. Una enfermedad hormonal irreversible, parecida a un cáncer. Yo sigo sin saber lo que era, pero devastó su pequeño cuerpecito hasta dejarlo hecho un saquito de huesos. 

La última vez que vi a Boby, había perdido las ganas de vivir. Semanas atrás dejó de caminar, aunque por suerte, su pequeño tamaño, hacía que pudiera ser transportado de un lado a otro. Pero luego, dejó de comer, e incluso, lo hacía sin ganas cuando intentamos alimentarle ofreciéndole una papilla que casi le obligábamos a comer.

Supongo que cuando el cuerpo y la mente dicen basta, ya no hay nada que hacer, y Boby dijo basta.

Hay gente que dice que los perros no tienen sentimientos, que somos nosotros quien humanizamos simples actitudes como el instinto. Yo jamás lo he creído, e incluso detesto un poco a aquellos que dicen esas cosas sin ni siquiera haber compartido ni un solo momento de su vida con uno de estos seres tan maravillosos que no piden nada más a cambio que les quieras y les cuides, para darte lo mejor de ellos.

Nadie que no haya convivido con un perro sabe que se siente cuando mueve su colita, te pega un lametón, o simplemente te mira con sus ojitos como preguntándote, ¿Qué quieres hoy de mi?. Así que si jamás han convivido con uno de ellos, les pido que se abstengan de hacer esa clase de comentarios, porque a los que compartimos nuestra vida con uno de ellos y sabemos de lo que son capaces, nos duele, y mucho.

Yo creo firmemente que tienen sentimientos y, yendo aún más allá, sé que tienen alma y estoy segura que esta, como la nuestra, también se transforma en energía para viajar a algún lugar mejor.

Y lo que si sé con total certeza, es que Boby se llevó de esta vida, uno de los más importantes sentimientos, el amor. Boby se fue con su pequeña alma llena de amor y sé que allí donde ahora esté, estará mejor, pues Durc, Drac y Tom, estarán con él.

Un besito Boby. Pórtate bien con Drac.